Diferentes estimaciones ubican el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Querétaro en 4% para el año 2019, aumento que pudiera ser el doble de lo que pronostica a nivel nacional.

El sobresaliente dinamismo de la economía queretana se ha posicionado con los años cada vez más lejos de la excepción, lo que ha permitido un camino consistente hacia el desarrollo económico.

Querétaro es un ejemplo de lo que hemos definido en opinión previa, como una Entidad Federativa Emergente (EFE), la cual, sin tener la extensión geográfica o los niveles masivos de población e industrias asentadas de otras entidades, ha propiciado un modelo de desarrollo local efectivo que no sólo le permite un constante crecimiento de su producción por encima de la media nacional, sino atractivos registros de PIB por persona, de empleo generado, atracción de inversión, productividad, etcétera.

Los que se acompañan además de otros indicadores, también por encima del promedio del país, relacionados con el nivel de vida o bienestar de su población tales como: salud, educación, seguridad, gobierno, vida comunitaria, bienestar personal y por supuesto, economía.

La ciudad de Querétaro, capital del estado, actúa también como un centro de desarrollo regional que, junto con otras ciudades colindantes como San Juan del Río y Corregidora, crea el corredor de desarrollo más importante de toda la entidad federativa.

De alguna manera, Querétaro y un cúmulo de EFE por su propia iniciativa, lograron construir con mucha paciencia y esfuerzo una alternativa con sus respectivas variantes, al modelo neoliberal que desmembró económicamente y que robusteció las diferencias sociales en nuestro país, siendo estos de los factores estructurales que propiciaron el actual clima de violencia e inseguridad que sufrimos todos los mexicanos.

Una visión local que privilegió poco a poco el desarrollo industrial y empresarial en la entidad, con una participación gubernamental que se encargó de ir construyendo mejores condiciones para el crecimiento, lo que sin duda ha implicado ciertas oportunidades para que muchos queretanos con su esfuerzo pudieran salir adelante.

Tal bonanza ha detonado, sin embargo, una especie de efecto aspiracional entre población de diferentes partes de México que con sus familias deciden migrar a la entidad por un mejor futuro, generando un fenómeno de crecimiento poblacional del que no somos ajenos, pues experimentamos algo similar después del sismo que sacudiera la Ciudad de México en el año 1985, pero que acrecienta inéditamente diferentes efectos que los economistas conocen como externalidades negativas del crecimiento, tales como la saturación de servicios, el tráfico, la inseguridad, entre otros.

Ante esta compleja realidad, los retos que se avecinan para Querétaro no son menores y nadie ha encontrado la narrativa correcta que conjugue el Querétaro pujante y moderno, integrado por un crisol de mexicanos dispuestos a trabajar todos los días por el estado que los vio nacer o llegar; con el Querétaro tradicional, tranquilo y seguro que todos extrañamos, pero que no debemos añorar, pues el futuro debe ser mejor que cualquier época anterior.

Es así, que estas breves líneas sirvan en principio para reconocer al queretano de generaciones y al queretano por convicción, pues sus ganas conjuntas de mejorar no deberán ser nunca ajenas a los esfuerzos de las personas públicas, es mi convicción como senador de la República. Y propondré todo lo que a mi alcance se encuentre para que Querétaro continúe siendo un ejemplo para México, pero sin olvidar a la población que ha sido marginada de la vigorosa actividad económica de nuestra entidad, ni de las que sufren en carne propia de los diferentes problemas a la vista de todos, para lo que propondremos ante todo ordenar adecuadamente nuestro propio crecimiento.

Permitamos, entonces de arranque, incentivos para que estados como Querétaro no sólo lo sigan haciendo bien, sino que lo hagan mejor, es por tal que en breve estaremos impulsando una primera reforma legislativa para que en las fórmulas de distribución de los recursos federales que le corresponden a las entidades federativas que considera la Ley de Coordinación Fiscal, se añada un componente adicional que reconozca presupuestalmente a los estados con buenos resultados económicos que benefician a su población y por supuesto, a sus diferentes sectores generadores de riqueza.

Senador de la República

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