La masacre del pasado sábado en El Paso, Texas, cambió la agenda y las actitudes. Este discurso de discriminación, segregación y odio que se ha alimentado a partir de prejuicios racistas y supremacías inexistentes, ha generado que enfermos mentales recurran a los más violentos actos de barbarie para erradicar gente que consideran indeseable. No. No puede aceptarse, no puede solo condenarse. No es un episodio más. Es el resultado de lo que hoy estamos viviendo en política internacional y, también, interior.

En Estados Unidos es más fácil comprar un arma de alto calibre que una cajetilla de cigarros. La protección a la industria del armamento es descarada. En México, ponemos los muertos mientras que, en aquel país, ponen las armas y los consumidores.

Es en ese contexto que ocurre la masacre en la que un imbécil, de apenas 21años, se atreve a matar gente inocente por el hecho de ser inmigrantes latinos: “invasores hispanos”. Resalto lo de los 21 años porque pasaré, a continuación, a hablar del adulto de 73 años que funge como Presidente de ese país y que es el principal provocador de odio, xenofobia y ataque constante a la inmigración: Donald Trump. Fue su discurso de campaña. Convenció. Ganó. Solo que, en esta ocasión, tiene a un aliado sumiso, que en campaña se mostraba como gallo de pelea pero que, ahora, no es más que un ganso cansado y cobarde.

El presidente López Obrador ha decidido no confrontarse con quien más ha maltratado a los mexicanos en tiempos recientes.

No. No basta con lamentar, con condenar los hechos de El Paso. No basta con amenazar con que vamos a acusar a este escuincle de terrorismo. No basta con “estudiar” si procede la extradición (parecen nuevos). Se trata de poner un poco más de fuerza y dignidad en la relación con el gobierno de los Estados Unidos.

¿Quieren cooperación para contener la inmigración ilegal? Órale. Pero que sea a cambio de que ustedes controlen la venta de armas, su tráfico hacia México, que abandone el mismísimo Presidente Trump su discurso xenofóbico y reconozca el valor de los migrantes a lo largo de la historia.

El gobierno de México debe condicionar su colaboración en la parte migratoria a un mínimo de respeto y dignidad a los derechos humanos de nuestros connacionales. Es la oportunidad. Veremos de qué están hechos.

Moraleja: el discurso de odio lleva a la muerte. Tome nota, presidente. Atentamente: los conservadores, fifís y adversarios.

Abogado

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