Ya son varios meses de escuchar continuas desaprobaciones de los unos con los otros, de decenas de programas, proyectos suspendidos o propuestos y las críticas respectivas ante tales decisiones, no digo que no se critiquen o cuestiones las decisiones, simplemente la crítica rara vez construye, normalmente solo señala y en la mayoría de las ocasiones no es propositiva ni mucho menos resolutiva.

Una vez me dijo un jefe, “...el que hace siempre será sujeto de crítica, si quieres que nadie te critique, no hagas nada...”; yo aún era joven, pero entendí que aquellos que elegimos hacernos cargo de nuestras acciones, siempre estaremos observados en una diversidad de sentidos, que siempre estaremos siendo auscultados por una multitud de ojos, y que no siempre dichas miradas tendrán las mejores intenciones, desafortunadamente. Ya con más experiencia -y después de varios tropezones-, entendí que dicha frase involucra indudablemente a dos partes, el que hace y toma las decisiones y el que las observa, y en el peor de los casos, las critica con dureza.

Qué sucedería si tales cuestionamiento o críticas provocaran la unión de ambas partes, de ese tipo de vínculos bien conocidos por nosotros los mexicanos cuando vivimos la adversidad, cuando nos pasa algo duro. En esos momentos olvidamos quién dijo, quién hizo o quién deshizo, lo importante es resolver, sacar las cosas adelante, ayudarnos finalmente.

Esa es la reflexión de esta semana #DesdeCabina, qué sucedería si directivos, políticos, maestros, ciudadanos en general, eligiéramos unirnos. Sucedería que, con una postura más abierta, más empática, podríamos escuchar la crítica con una conciencia y bajo una óptica diferentes, nos permitiríamos equivocarnos -lo que nos movería para crecer mucho más que cuando nos encerramos en la soberbia del que nunca dice equivocarse-, y al permitirnos este tipo de “debilidades” le mostraríamos al mundo que la humanidad se encuentra presente en cada acción o decisión que tomamos.

Por otra parte, si eligiéramos unirnos, observaríamos los proyectos y programas bajo una lente diferente, una menos polarizada, lente al fin, con crítica sí, pero con la certeza de que, como cualquier actividad hecha por el hombre, es falible y sobre todo perfectible. Sería imposible que las dos partes, el que hace y el que observa, siempre quieran tener la razón, y sobre todo se empecinen en defender sus posturas a capa y espada. Cuando dichas polarizaciones llegan a los extremos es cuando se producen los rompimientos más aberrantes, en donde la beligerancia se apodera de los discursos y peor aún de las acciones.

Es difícil imaginar un mundo en donde siempre exista la coincidencia de opiniones, es contra la propia naturaleza humana; así como también creo que es imposible soportar un mundo donde solo existan diferencias insalvables, donde la acción y el discurso estén continuamente divorciadas y sometidas al escarnio de todos. Siempre debe existir el balance y los contrapesos, siempre debe de haber lugar para el consenso, para el acuerdo, para la acción concertada, para la crítica que construya, para el aplauso y reconocimiento inclusive.

Soy un convencido de que cuando decidimos caminar por esos senderos en los que la soledad de la soberbia se apodera de nuestros juicios y acciones, destruimos nuestra propia capacidad para observar, para avanzar; me ocuparía más entonces en reconocer que, aunque difícil y sumamente retador, cuando elegimos unirnos, construimos mucho más y nos proyectamos hacia una verdadera transformación.

Rector de la UNAQ / @Jorge_GVR

Google News