Después de la crisis de salud producida por la pandemia de la Covid-19 y la vigente guerra entre Ucrania y Rusia, las economías del mundo entero parecen desmoronarse. No así, el aumento de la riqueza del 1% de un sector de la población global. Pero ¿estamos frente al recrudecimiento de la economía mundial o ante la reconcentración de la riqueza en pocas manos?

Asistimos a un hecho contradictorio en estos tiempos de crisis. El número de millonarios aumentó en 5.2 millones y ahora supera los 56 millones en todo el mundo, según la consultora financiera suiza Credit Suisse. En contraste, más de 900 millones de personas viven en condición de pobreza extrema, lo que significa que una de cada diez personas en el mundo tiene dificultades para satisfacer sus necesidades básicas.

Las consecuencias de la pandemia y la guerra muestran que la economía no es el problema, sino la distribución de los recursos. Con la pandemia se enriquecieron un puñado de industrias farmacéuticas internacionales y la guerra continúa siendo un negocio muy lucrativo para las trasnacionales dedicadas a la producción de armamento. También han sido beneficiados un conjunto de consorcios multinacionales a partir de los “daños colaterales” generados por estas dos catástrofes. Con la crisis ganaron los de siempre y perdieron los mismos.

Una vez más, la receta se repite. Organismos internacionales como el Banco Mundial, encargado de trabajar con los países en desarrollo con el fin de reducir la pobreza y aumentar la prosperidad compartida y el Fondo Monetario Internacional, responsable de estabilizar el sistema monetario internacional y autoridad supervisora del sistema monetario internacional, anuncian que subirán las tasas de interés, supuestamente para contener la inflación, lo que perfila desde ahora la carrera hacia la recesión mundial.

Según los expertos estas medidas están dirigidas a proteger a los pobres. Sin embargo, no contamos con información específica que lo demuestre. Solo existen datos vinculados al aumento de la concentración de la riqueza en pocas manos.

Los principales beneficiados de las crisis son las élites económicas y financieras. Mientras tanto, el acceso al empleo formal disminuye, los salarios permanecen bajos, las prestaciones laborales se recortan, bajo el supuesto de que este esfuerzo tendrá como resultado la prosperidad y el desarrollo económico global a mediano plazo.

Durante la pandemia, especialistas como Darío Celis y Arturo Damm, advirtieron que México iría a la quiebra. Auguraban fuga de capitales, cierre de empresas, aumento brutal del desempleo. Pero, esto no sucedió. Ahora, nuevamente, importantes analistas financieros comienzan a anunciar la debacle que se avecina en 2023. Indudablemente, la recesión mundial tendrá consecuencias para México.

Un dato por destacar. A diferencia de otros países en el mundo, la acción para mantener la estabilidad económica del actual gobierno mexicano ha tenido como fundamento incidir en la distribución de la riqueza. Con este propósito, la economía se impulsa de la base a la cúspide en la pirámide social evitando que México se desbarranque.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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