La delincuencia desatada e incontrolable. Mientras el Presidente de la República daba su mensaje a la nación y suscribía diez grandes compromisos para abatir la delincuencia, terminar con la impunidad y apoyar a los mexicanos de zonas marginadas del sur de México, un grupo delincuencial arrojaba 11 cuerpos sin vida en el municipio de Chilapa, Guerrero. ¡Otra vez Guerrero!

Tal vez hemos perdido la capacidad de asombro ante los brutales crímenes de la delincuencia organizada y la ejecución de esas 11 personas no sea más que otro episodio del cómo se tratan entre sí aquellos que viven desde hace años bajo el amparo de la impunidad.

Lo importante, lo que no debe perderse de vista fueron los compromisos que hizo el Presidente de la República de cara a la nación. Eso es lo fundamental. Que a muchos dejó insatisfechos, seguramente no les faltará razón, pero no existe remedio infalible que termine de tajo y por siempre con los problemas ancestrales que vive México, algunos de ellos que se ha agudizado en los últimos años; otros en los que de alguna manera todos hemos sido copartícipes en mayor o menor medida de lo que hoy sucede.

La prioridad es atajar el mal y no es nada sencillo cuando hay miles y miles que se oponen al cambio, unos por acción, otros por omisión. Hay fuerzas “extrañas” que prefieren vivir como hasta hoy pues bajo el manto de la corrupción y la impunidad han adquirido poder y riqueza. Otros más a los que extrañamente su inteligencia no les alcanza para avizorar un mejor futuro y prefieren la resistencia mecánica a las transformaciones.

El Presidente promoverá reformas constitucionales para, en definitiva, crear las policías con mando único en cada entidad federativa, evitando dispersión por medio de la unidad en las acciones, con el propósito de reducir la corrupción policial y generar eficiencia en el servicio de la seguridad pública, hoy tremendamente deteriorado. Mejorar el sistema de procuración y administración de justicia para engarzar todo el sistema de protección jurídica de los mexicanos.

Crear un nuevo sistema de “justicia cotidiana”, rezago que lastima a los demandantes de justicia que menos tienen y se ven avasallados por abusos y se ven sometidos por aquellos que pueden pagar un abogado, coludidos a la corrupción de los justicieros de barandilla que generan mayor daño. Esta será una labor titánica que requiere la participación de millones de mexicanos distribuidos en los más de 2 mil municipios y juzgadores regados por doquier.

Generar tres zonas especiales de desarrollo económico en algunas de las zonas más marginadas del país, conformadas por los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán; crear la infraestructura para ello, atraer inversión nacional y extranjera. La pobreza es injusticia. Por eso la necesidad de cambiar de una buena vez el rostro de bella naturaleza por uno de justicia. Trato fiscal diferenciado también ayudará. Estos son algunos de los compromisos del Presidente que requieren del concierto de los tres Poderes y la sociedad en su conjunto, para, entre todos, ayudar a jalar la pesada carga; y aquellos que están en su rincón de confort, que de todo se quejan y critican sin proponer, mucho menos ejercer, es tiempo de ponerse a trabajar por el bien de México.

Analista legislativo.

@HectorParraRgz

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