Para cualquier nación que pretenda desarrollarse integralmente, existen componentes de su política pública que son fundamentales, tal es el caso de la construcción de un sistema educativo de calidad, desde el nivel básico hasta el posgrado. Para que el sistema educativo forme parte de una visión integral de desarrollo con justicia social, debe ofrecer condiciones de acceso posible a la educación para toda la población, lo cual no implica que todos tengan que realizar estudios profesionales y posgrado, porque en esos niveles educativos es indispensable agregar esquemas de selección para el ingreso, según diversas variables de índole académica y de acuerdo a opciones profesionales que permitan que los egresados tengan buenas probabilidades de inclusión a oportunidades de trabajo, sea en el sector privado, público, social o en el denominado tercer sector que incluye a cooperativas, organizaciones no lucrativas y asociaciones caritativas, entre otras.

En México, la educación debe ser de calidad en todos los niveles. La ciencia, la tecnología y la innovación requieren ser impulsadas firmemente, las naciones que han sabido invertir en ello, han logrado destacar en el contexto mundial, generando riqueza y oportunidades que incluyen esquemas de distribución de los beneficios para toda la población.

La educación de calidad plantea exigencias, maestros bien preparados, responsables y comprometidos con los grandes retos nacionales, así como estudiantes bien dedicados, para que desde su hogar y en el transitar por el sistema educativo mexicano, adquieran valores firmes como la honestidad plena y conocimientos, teniendo siempre el estímulo y la motivación para la creatividad y la innovación, así como espíritu crítico constructivo. Es menester formar ciudadanos educados, no fanáticos.

El gobierno y la iniciativa privada deben estar completamente comprometidos en apoyar la investigación, ciencia, tecnología e innovación (CTI). Los productos mexicanos requieren ser competitivos en el ámbito global y generadores de riqueza para México, asimismo es menester asegurar la justa distribución de esa riqueza y la calidad de vida de la población. Es responsabilidad principal del gobierno establecer estrategias inteligentes para alcanzar la justicia social, pero no solo de él, todos debemos participar.

Las naciones que han decidido invertir en elevar la calidad de la educación, así como desarrollar la CTI, son países desarrollados que han construido sociedades del conocimiento, lo que les ha facultado para alcanzar un mejor lugar en la competitividad global y mejor calidad de vida.

En cifras del 2016 del Banco Mundial, la inversión en investigación y desarrollo como proporción del PIB, para algunos países, a manera de ejemplo, en Suecia fue de 3.25 %, Alemania 2.94%, Estados Unidos (EU) 2.74 %, México 0.49 %, China 2.11%, Venezuela 0.12 % y Cuba 0.35 %.

Es necesario recalcar, cuando se compara la proporción del PIB que invierten los EU y la que México lleva a cabo, que el PIB de EU es del orden de 8 veces mayor al de nuestro país, lo que lleva a que por cada peso que invierte México, los EU invierten 40. Es pertinente reconocer, que una de las grandes diferencias entre los países que más invierten en investigación y desarrollo se encuentra en la participación del sector privado en el PIB, que en México es el 0.11 % y en EU el 1.7 %.

México requiere estrategias que impulsen a la industria privada, pequeñas, medianas y grandes empresas de capital mexicano para que inviertan en innovación tecnológica y en ciencia básica.

En todo ello, las universidades públicas autónomas y el IPN se encuentran cada vez mejor posicionadas, ya han estado aportando al logro de estas expectativas, requieren todo el apoyo, será una inversión para bien del país y su desarrollo.

Ex rector de la UAQ zepeda@uaq.mx jalfredozg@yahoo.com.mx

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