Conocí a Arturo Herrera en junio de 2019, cuando era subsecretario de Hacienda. Nos reunimos en un café de la colonia Condesa, en la Ciudad de México, para platicar de la política económica del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Hablamos del Presidente, de su estilo de gobernar y de cómo se sentía de volver al país luego de una larga estancia en Washington, donde trabajó para el Banco Mundial. Durante casi una hora de plática me dio la impresión de tener frente a mí a un buen funcionario, pragmático, con sentido social, pero también a un economista de posturas e ideas claras.

Cuando le pregunté sobre la concepción del presidente López Obrador de un nuevo modelo económico ‘posneoliberal’, me dijo que se trataba de uno con enfoque social, incluyente, sin poner en riesgo la disciplina fiscal y financiera que le han dado estabilidad económica a México, como lo reconoció al llegar al gobierno Carlos Urzúa, quien entonces estaba al frente de la Secretaría de Hacienda.

Otros integrantes del gabinete me contaron que la puesta en marcha de un nuevo modelo tenía sustento en los postulados del economista turco Dani Rodrik, catedrático de Harvard, quien había visitado México varias ocasiones y se había reunido con dos ideólogos económicos del nuevo gobierno: Gerardo Esquivel y Rogelio Ramírez de la O.

Las fuentes me remitieron a un libro de Rodrik que encaja con el discurso de la toma de protesta y la narrativa de su campaña. En un artículo de noviembre de 2018 escribí más ampliamente sobre los planteamientos de Rodrik, pero en síntesis refiere que la democracia y la autodeterminación nacional deben triunfar sobre los mercados y la globalización. “Las democracias tienen el derecho de proteger sus acuerdos sociales, y cuando este derecho choca con los requisitos de la economía global, es esto último en lo que se debe ceder”.

Un botón de muestra sobre cómo la democracia –quizá malentendida por AMLO– ‘triunfó’ sobre la economía global fueron las consultas populares para frenar la construcción del aeropuerto de Texcoco y la planta de Constellation Brands en Baja California, lo que a su vez volvió a generar un terremoto de desconfianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros.
“No nos vamos a someter a lo que dicten los mercados. Imagínense al Estado mexicano supeditado a mercados financieros. ¿Quién manda? ¿No es el pueblo? ¿No son los ciudadanos?”, dijo López Obrador el 29 de octubre de 2018. 
La radicalización de Andrés Manuel López Obrador como presidente dista mucho del exjefe de Gobierno de la Ciudad, más accesible a los empresarios y la economía global. No me lo dijo Herrera, pero su exjefe y exprofesor, Carlos Urzúa, se lo dejó claro en julio de 2019 en una estridente carta de renuncia, y luego en una explosiva entrevista con la revista Proceso.

“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”, le dijo Urzúa.

Era apenas el inicio de lo que vendría en materia económica para el país. Buena parte de la debacle en indicadores clave como la inversión fija bruta, la confianza empresarial, la creación de nuevo empleo y hasta la caída del consumo tuvieron de trasfondo un largo número de desencuentros entre el Presidente y los inversionistas, así como el cambio de señales en el sector más estratégico para el crecimiento del país: la energía.

El campo de acción de Herrera, quien sustituyó a Urzúa, fue reducido. Hoy el secretario de Hacienda no tiene el peso que han tenido otros titulares de esta cartera en el pasado. La política económica no la diseña solo él, sino que el Presidente le mete mano todo lo que puede. Uno de los casos más claros es la política fiscal. “A los empresarios los vamos a controlar desde el Ejecutivo”, suele decir AMLO; y por eso colocó su alter ego al frente del SAT: a la férrea Raquel Buenrostro, también alumna de Carlos Urzúa, quien ha optado por cumplirle todos sus deseos al Presidente, aunque muchos de ellos vayan contra toda lógica.

La actual crisis económica mundial que colocará a México como uno de los países que más sufrirán por la lenta reacción para contener los contagios de Covid-19 y su falta de medidas contracíclicas, prometen un escenario aterrador para Arturo Herrera, el último dique para tratar de contener la debacle. Sin embargo, parece que el Presidente ya decidió cómo enfrentar la recesión: aumentando el gasto de sus programas sociales, dando ayudas directas a personas vulnerables y a micronegocios informales (changarros), mientras que se niega a diferir impuestos o condonarlos para evitar la quiebra de empresas y la pérdida de hasta 2 millones de empleos.

El futuro de México, y su permanencia al frente de la Secretaría, se lo va a jugar Herrera el próximo 4 de abril, cuando anuncie el paquete de medidas para mitigar el impacto económico provocado por el coronavirus y, quizá más importante, como planea reactivar la economía del país.

Ayer Carlos Urzúa le dio la clave: déficit fiscal. ¿De uno, dos, tres o cuatro puntos del PIB? Tanto como sea necesario, pero que el dinero sirva para reactivar la economía vía deducciones fiscales, gasto en infraestructura y apoyos directos a familias y empresas.

El futuro de la 4T, el de México y el de sus funcionarios más valiosos, como Arturo Herrera, está en peligro.

Malestares en FGR

En plena emergencia sanitaria, a Alejandro Gertz Manero le han provocado severos malestares desde la Fiscalía General de la República (FGR). Y es que su equipo de trabajo parece no haber entendido que la limpieza y desinfección constante de las instalaciones es indispensable para evitar que la enfermedad se propague.

Así lo muestra la directora de Servicios de Apoyo, Nancy Alejandra Hernández Arce, quien pidió que 67 de los 405 encargados del aseo dejen de acudir a laborar, pese a que los espacios y oficinas siguen siendo los mismos.

Además, solicitó que aquellos trabajadores con enfermedades degenerativas, mayores de 60 años y en periodo de gestación o lactancia, sean sustituidos, ya que no podrán ingresar a las instalaciones, acción con la que tergiversa las indicaciones de Andrés Manuel López Obrador, quien instruyó proteger a estos grupos poblacionales sin poner en riesgo su empleo, y por tanto, sus ingresos, pues la funcionaria no echó a andar un plan para garantizar su salario.

S&P confirma nota de Arca Continental 

La calificadora S&P Global Ratings ratificó la nota de ‘mxAAA’ con perspectiva estable de Arca Continental, que preside Jorge Santos Reyna y dirige Arturo Gutiérrez.

Todo ello a pesar de que la misma calificadora bajó la nota de la deuda soberana de México, lo cual en automático provocó la revisión de la perspectiva crediticia de grandes empresas mexicanas.

La segunda embotelladora más grande de Coca-Cola pertenece al sector de alimentos y bebidas, mismo que podría ser de los pocos en librar de buena manera la crisis que genere el COVID-19.

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