Su historia apareció en Femme Actuelle, la revista francesa de moda y belleza para mujeres. Un joven argentino entró al modesto restaurante en París y, después de no quedar satisfecho con el servicio, le pidió a la mesera hablar con el encargado.

La chef esa noche era también la dueña del lugar. El encargado de la cocina había renunciado ese mismo día, así que Anne-Laure se vio obligada a tomar las riendas de la cocina, su cocina.

Después de escuchar su disculpa, Lino Cattaruzzi le hizo llegar una tarjeta en blanco con sólo su número telefónico para ofrecerle ayuda, pues “tenía cierta experiencia de administración”. Para entonces, Lino ya había sido el número uno de AOL Argentina, había logrado vender la compañía exitosamente y estaba en París disfrutando su año sabático y a punto de convertirse en cocinero.

La historia no sería tan atractiva para aquella publicación si no fuera porque, además, la relación entre la dueña y su nuevo cocinero/administrador/encargado de compras se volvió amorosa.

Hoy ese osado argentino está al frente de Google México y no piensa regresar, por ahora, a una cocina de restaurante. “Es de los lugares más estresantes”. No se lo recomienda a nadie.

“Soy muy optimista por México”. Es de los primeros enunciados que pronuncia Lino en nuestro encuentro. Ha sido la tónica de las entrevistas que ha dado desde que tomó la dirección de la compañía del buscador de internet más famoso en nuestro país, el pasado abril. Los retos no son pocos. Sigue siendo una empresa que vende publicidad en su buscador y YouTube, principalmente, aunque me confiesa que ese tema no es al que le dedica más tiempo. “Esos ingresos son para posibilitar los demás proyectos”. Y son esos proyectos los que lo mantienen con la agenda llena, aunque no tengan a corto plazo claramente su retorno de inversión.

Antes de salir a la bolsa (Nasdaq) los fundadores de Google, Larry Page y Sergei Brin, dieron a conocer que el modelo de negocio de Google es “el no-negocio”. Están tan dedicados al largo plazo que no le prestan atención (exageran) a los reportes trimestrales. Su objetivo es organizar la información y hacerla disponible de manera expedita, clara y ordenada para la gente.

Pero la manera en que esos anuncios llegan a alguna de las pantallas de los usuarios ha sido también una de las críticas hacia la empresa del logo colorido. La privacidad en internet se ha tenido que repensar y replantear a partir del uso de la información disponible de las personas por parte de Google para ofrecer anuncios más adecuados a los posibles consumidores.

Eso pasa cuando uno se enfrenta a terrenos inexplorados. Eso pasa con los pioneros.

Aun así, sin tener el enfoque en los reportes trimestrales, han logrado ser muy rentables. La empresa (la global) facturó 16 mil millones de dólares en el segundo trimestre de este año y está valuada en casi 400 mil millones de dólares. Factura lo que varias economías juntas. ¿Qué camino tomó Lino Cattaruzzi para llegar a la oficina con ya ocho años en México?

“Aló, AOL”

Lino es “tragaños”, como decimos por acá. A pesar de ser algo por lo que muchas personas se sentirían muy bien, para él ha sido una especie de maldición (exagero). Desde que entró a trabajar como pasante en ComSat, empresa encargada en Argentina de tender las redes para aquello nuevo llamado internet. Era terreno nuevo, no sólo para él, sino para el mundo.

Pasaba hasta 14 horas al día trabajando mientras estaba en ComSat. “Lo hacía porque me gustaba”. Tenía 26 años.

Durante ese periodo, recibe una llamada de una mujer que lo buscaba para ofrecerle otro trabajo.

—¿Para qué compañía?

—No te puedo decir.

Lino no la consideró algo serio, así que no le dio importancia. Fue hasta que el jefe de aquella chica, de una empresa importante de headhunters, le llamó y pronunció las siglas: AOL. Ahora sí tenían su atención.

Después de 13 entrevistas, se convirtió en el directivo más joven de la empresa. El negocio estaba en dar conexión a la red mundial, aún no era la hora de los buscadores. Pero en Mountain View, California, nacía un algoritmo que cambiaría la manera de buscar (encontrar) información en ese mar de unos y ceros llamado internet.

10K

La agenda de Lino Cattaruzzi, además de tener juntas internas, reportes con sus jefes, cursos de liderazgo (muchas veces en Mountain View, California) le dedica parte de su agenda a hacer networking, conocer gente, su gente. Pero no sólo dentro de la compañía. Parte de aquel año sabático tomó un curso de marketing. Del grupo de compañeros es él mismo quien los mantiene conectados (quizá por Google Plus, la red social de Google). Sabe en qué está trabajando cada uno de ellos. No es un tema trivial para él. Ha sido parte de su éxito dentro de Google.

“Tengo una pasión muy grande por el desarrollo de carrera y el desarrollo por la gente que trabaja conmigo. Que sean exitosos. Que se fuercen a preguntarse las cosas difíciles. Seguir en tu trayectoria es fácil, pero a veces una pregunta precisa en el momento correcto hace que vos tomés conciencia en que tienes que hacer algunos cambios". Lino es quien hace esas preguntas.

Como buen ingeniero en una empresa de ingenieros, es calmo en el análisis. Sabe que ahí está la solución. Y una vez que la encuentra, o se decide por alguna, exige la ejecución con velocidad. “En este mercado y la industria la velocidad es esencial, y va de la mano de innovación y foco”.

Y para la innovación la compañía tiene la política de transparencia a tal grado que “el presidente del board, Erich Smith, todos los trimestres les presenta a los empleados lo que la compañía ha hecho y a dónde vamos”.

Esa transparencia y las herramientas para desarrollar el talento es algo que a Lino le sorprendió en un principio y ahora ha abrazado. La compañía ofrece también la facilidad de rotar en diferentes mercados donde está presente. “Estás hablando con alguien que ha estado en Google Irlanda, California, Argentina y ahora estoy en México. No soy el único”.

Innovación en la información

La compañía que ha posibilitado, entre otros, el intercambio de información abiertamente incluso en conflictos bélicos, como las revoluciones en Medio Oriente, quiere que todos tengamos acceso a esa y al resto de información en internet. Pero uno de los problemas es más básico: la conexión a la red mundial. Actualmente invierte en un sistema para llevar internet a los cerca de 6 mil millones de personas en el mundo que no tienen acceso. “A todos los habitantes del planeta”.

Se trata del proyecto Loon. Por medio de globos aerostáticos que aprovechan el viento y la luz solar, pretenden hacer una red aérea que mantenga la conectividad principalmente en regiones de África y parte de Latinoamérica. Otra idea de largo plazo es Google Glass, parte de la tendencia de “wearables”, pero que la compañía sigue considerando en beta. Entre estos proyectos también están los autos que no requieren conductor, algo que vivió de cerca durante su tiempo en Mountain View.

A pregunta expresa sobre su proyecto preferido, responde: “el buscador”. Le apasiona la manera en que encontrar y organizar información puede hacer la diferencia para la gente y las empresas. No olvida que parte de su tarea es seguir creciendo en ventas, crecer en alcance, crecer en todos los indicadores, aunque estos no se reduzcan a la parte rentable, sino a proyectos innovadores. “En la última junta de reporte ni mencionamos los objetivos de monetización”.

Sentido de pertenencia

Cuando se trata de su identidad, Lino no deja de sentir orgullo por ser argentino, por ser latinoamericano. No me lo dice, pero hay algo más que tales proyectos de Google que lo motivó a venir a México.

Lino no quería dejar Argentina. Allá tenía todo. Pero hubo algo en la parte del negocio que le retó y le emocionó. Pero esa parte es la que se guarda, pues aún no se anuncia (¿tendrá que ver con el uso de los lentes de contacto que miden la glucosa, desarrollados por Google, en el país con alto índice de diabetes?)

Lo que sí me dice es por qué le gusta México. La comida es uno de los motores principales de Lino. “Quizá cuando me retire abra un restaurante”. Es de los pocos argentinos que prueban el picante con gusto. En parte es por su apertura ante otras culturas. Mejor dicho, se nota que es capaz de abrazar a otras culturas. O por lo menos lo intenta.

Eso explica su acercamiento a la cocina de su actual esposa. A probar cosas diferentes en países lejanos de su tierra (aunque haya puesto en el menú del restaurante de comida mediterránea un bife marinado en merlot, con chimichurri. El platillo estaba en cuatro de cada 10 comandas). Lo mismo se espera de su llegada a Google México.

México, de alguna manera, quizá por la lengua, se siente más cerca de Argentina que Dublín o California. Y que sus hijos pequeños aprendan definitivamente el español como una de sus principales lenguas le mueve algo especial.

“Tengo una gran victoria, por más que le pese a mi esposa: yo hablo con mis hijos en español, mi esposa habla con mis hijos en español, cuando hablamos todos juntos siempre es en francés. Pero cuando mis hijos hablan entre ellos, hablan en español. Creo que hablas en el idioma en el que te sientes más cómodo”.

***

En una cama de Washington, un directivo de tecnología y su esposa conversaban.

—Tengo que extender una oferta en Argentina y tengo tres candidatos. El que yo creo que es el correcto es muy joven. Si tan sólo tuviera tres o cuatro añitos más. Si me equivoco va a ser culpa mía.

—¿Cuántas veces te has equivocado en el pasado?

—No, no muchas.

—La edad no es un factor muy importante. Si crees que es la persona, es la persona.

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