A finales del siglo XV, en Nopala, actual estado de Hidalgo, nació un otomí de nombre Conín —también conocido como Ko-ni o Tetlatollo, que en su lengua significa “ruido”.

Antes de la llegada de los españoles, Conín era un próspero comerciante que tenía relaciones con pueblos otomíes, chichimecas y mexicas, intercambiando productos por rutas que abarcaban los actuales estados de México, Michoacán, Querétaro e Hidalgo.

Cuando los españoles iniciaron su expansión por el en la década de 1520, Conín se refugió junto a su familia en el , donde fundó un poblado llamado Tlachco, el germen de lo que hoy conocemos como . Al tener conocimiento de las devastadoras capacidades militares de los conquistadores y las masacres cometidas, Conín optó por el diálogo, convencido de que una estrategia de alianza evitaría el exterminio de su gente.

¿Cuál fue el papel de Conín en la fundación de Querétaro?

Hacia 1528, los españoles Hernán Pérez de Bocanegra y Juan Sánchez de Alaníz buscaron al indígena otomí, atraídos por su liderazgo. Le propusieron una alianza para pacificar la región. aceptó y negoció con líderes chichimecas como Calpixtzin y Coyotzin una batalla simulada sin armas. Así, el 25 de julio de 1531, en la cañada del cerro Sangremal, tuvo lugar el singular enfrentamiento que sellaría la fundación de Querétaro.

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La leyenda cuenta que durante la batalla apareció en el cielo una cruz resplandeciente y la figura del , hecho que se interpretó como una señal divina que marcaba el inicio de una nueva etapa. A partir de entonces, la pacificación se consolidó y comenzó la a cargo de los frailes franciscanos. Fue así como surgió Querétaro: no con sangre, sino con acuerdos.

¿Quién fue Fernando de Tapia?

Al convertirse al cristianismo, Conín fue bautizado con el nombre de Fernando de Tapia, tomando "Hernando" de su protector español y "Tapia" del encomendero Andrés de Tapia. Desde ese momento, no sólo cambió su fe: asumió un rol institucional como cacique, gobernador de la y figura clave en el nuevo orden colonial.

Durante más de tres décadas, Fernando de Tapia gobernó Querétaro, estudió la cultura española, adoptó técnicas agrícolas y mineras, y promovió el desarrollo económico, la construcción de caminos, templos y canales de riego. Su visión y liderazgo transformaron Tlachco en un importante núcleo urbano y religioso del centro novohispano.

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¿Qué fue la República de Indios y qué rol tuvo Fernando de Tapia?

La República de Indios fue una institución legal creada por la Corona española para proteger los territorios y la organización política de los pueblos indígenas. A Fernando de Tapia le fue reconocida esta estructura, desde donde se le otorgaron tierras, títulos y autoridad local, protegiendo a los suyos de abusos coloniales comunes en otras regiones.

Con el paso del tiempo, familias españolas se asentaron en la región y se entrelazaron con linajes indígenas. Las hijas de Fernando se casaron con descendientes de la nobleza indígena evangelizada, consolidando un linaje mixto con gran influencia social y económica. Su único hijo varón, Diego de Tapia, heredó su cacicazgo y promovió la construcción de importantes obras como el , uno de los centros religiosos más emblemáticos de Querétaro.

¿Qué legado dejó Fernando de Tapia?

Fernando de Tapia falleció en 1571, dejando tras de sí una ciudad en pleno crecimiento, una red política sólida y una herencia cultural compleja. Su hijo Diego logró que la Corona reconociera oficialmente los méritos de su padre en la fundación de Querétaro. Además, la familia Tapia fue clave en el impulso religioso, educativo y cultural del siglo XVII en la región.

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En reconocimiento, existen dos estatuas que rinden homenaje a este gran líder otomí: una de Conín, con vestimenta indígena, a la entrada de la ciudad sobre la carretera federal México-Querétaro; y otra de Fernando de Tapia, ya vestido como noble renacentista, en la .

Recordar a Conín es reconocer la agencia indígena en el proceso de conquista y colonización, y entender que la historia de México se construyó también con alianzas, mestizajes y pactos que aún hoy resuenan en el alma de ciudades como Querétaro.

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