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Fray Junípero Serra fue una figura clave en la historia de Querétaro gracias a su labor misionera en la Sierra Gorda durante el siglo XVIII. Su influencia marcó profundamente el desarrollo religioso, cultural y arquitectónico de esta región, convirtiéndola en un referente del barroco misional novohispano y en un símbolo del proceso evangelizador en el norte de Mesoamérica.
Un contexto de resistencia indígena en la Sierra Gorda
Antes de la llegada de los misioneros franciscanos, la Sierra Gorda era un territorio difícil de colonizar. Pueblos originarios como los pames, jonaces, chichimecas, huastecos y ximpeces resistieron durante siglos la conquista y la evangelización.
La geografía accidentada y la diversidad cultural hicieron que esta zona fuera conocida como un “manchón de gentilidad” dentro del Virreinato de la Nueva España. Es decir, una zona rural indígena en la que los habitantes mantenían su cultura y creencias.
Fue hasta mediados del siglo XVIII cuando la presencia religiosa logró consolidarse de forma duradera, gracias al liderazgo de un fraile mallorquín que cambiaría la historia de la región: Junípero Serra.
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La llegada de Junípero Serra a Querétaro
En junio de 1750, Junípero Serra llegó a Jalpan, en el corazón de la Sierra Gorda. Nombrado presidente de las misiones franciscanas en la región, lideró un esfuerzo de evangelización y transformación social en un entorno adverso, tanto por la resistencia indígena como por las duras condiciones del terreno.
Su método misional era claro: aprender la lengua de los pueblos originarios, como el otomí, compartir conocimientos prácticos como la agricultura y la construcción, fomentar el trabajo colectivo y transmitir la fe católica de manera visual y accesible. Esto permitió una evangelización menos violenta que en otras regiones, aunque no estuvo exenta de imposiciones culturales.

Las cinco misiones que dejaron huella en Querétaro
Bajo su liderazgo, entre 1750 y 1758 se fundaron y consolidaron cinco misiones: Jalpan, Tancoyol, Tilaco, Landa y Concá. Estas iglesias, diseñadas con una fusión de elementos indígenas y barrocos europeos, fueron construidas en gran parte por los propios habitantes locales. Hoy en día, estas misiones son Patrimonio Mundial de la UNESCO y representan uno de los conjuntos más valiosos del arte misional en América.
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Más allá de su valor arquitectónico, las misiones impulsaron una organización social, económica y religiosa que perduró en la región durante generaciones.

Su legado en Querétaro y más allá
Aunque Junípero Serra es más conocido por su papel en la fundación de misiones en California —como San Diego, San Francisco y Santa Clara—, su experiencia en la Sierra Gorda fue decisiva para el modelo que después replicaría en el norte del continente.
En Querétaro, su legado no sólo se refleja en el patrimonio tangible, sino también en la historia cultural de los pueblos que aún conservan tradiciones, prácticas religiosas y una identidad forjada durante aquel proceso de conflicto y mestizaje.
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Una figura histórica con luces y sombras
La figura de Fray Junípero Serra ha sido objeto de debate. Mientras algunos lo consideran un defensor de los derechos indígenas y un modelo de misionero comprometido, otros lo critican por su visión paternalista y por haber sido parte de un sistema que impuso la fe y la cultura europea sobre las comunidades originarias.
A pesar de las controversias, su impacto en la historia de Querétaro y del continente americano es innegable. Fue beatificado en 1988 y canonizado en 2015 por el Papa Francisco, reconociendo su papel dentro del proceso evangelizador del siglo XVIII.
Un personaje clave para entender la historia queretana
Fray Junípero Serra es una figura fundamental para comprender el pasado de Querétaro. Las misiones de la Sierra Gorda no solo son testimonio de su obra, sino también símbolo de un capítulo complejo de la historia de México: el encuentro entre dos mundos. Hoy, más de dos siglos después, su legado sigue presente en la cultura, el arte y la identidad de la región.