En Querétaro existe “un deterioro ecológico” que “nos alerta para tomar las medidas oportunas y no atravesar la línea hacia una crisis”, asegura Alejandro Angulo Carrera, reconocido investigador y defensor del medio ambiente y la ecología en general.

Por ello, explica, se debe “actuar con base en valores y principios éticos ambientales” para caminar por el camino correcto.

Para Angulo Carrera, autor de una gran cantidad de textos en estas materias, es necesaria “una ética ambiental que en primera instancia configure la comunidad moral”, y establezca un conjunto de posibilidades que sean atendidas en términos jerarquizados, de acuerdo a prioridades.

Esta ética —asegura— al estar basada en principios y valores, debe ser adoptada “en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en nuestras actividades económicas y en la formación educativa”.

Investigador comprometido con la construcción y ejercicio de una ética ambiental tanto en la sociedad como en los gobiernos, destaca que se trata de “construir una ética pública real, verdadera, que independientemente del sector gubernamental, se tengan en cuenta los principios y valores ambientales en el quehacer público; así como crear los instrumentos institucionales para darles cabida y garantizar libremente su ejercicio, sin temor a represalias”.

Asimismo, advierte que si la acción pública “se encuentra desprovista de una ética ambiental, llevará a políticas, programas y planes devastadores, contaminantes y depredadores con graves consecuencias para la sociedad”.

Y establece: “la corresponsabilidad es una acción personal, en tanto que la rendición de cuentas, es una obligación como servidor público. Por ello, en el actuar personal debe tenerse en cuenta la corresponsabilidad de cada uno de los miembros de la sociedad, lo que permitirá un mejor ejercicio público”.

Subraya la importancia de retomar “la cultura cívica en las escuelas, que ahora ya se abandonó; independientemente de que en las reformas y nuevas leyes, debe considerarse un capítulo de principios que sirvan para orientar la acción del ciudadano, de las instituciones y de las empresas”.

Enfatiza que el interés privado ha destruido a esta sociedad, la ganancia por encima de todo, “y una verdadera ética de la sustentabilidad tiene que poner el acento en el bien común”.

Para favorecer la cultura ambiental, deberíamos: vivir del sol; cerrar el ciclo de los materiales: metabolismo económico (“de la cuna a la cuna”); no transportar demasiado lejos (desarrollo sostenible es desarrollo autocentrado, producción limpia es producción de proximidad, tal como lo hacen las plantas); evitar los compuestos orgánicos persistentes; no producir transgénicos: las modificaciones genéticas sólo ocurren por mutación y selección natural y/o cultural; sumado a respetar la biodiversidad.

“La ética ambiental —concluye el investigador— encierra en sí la protección de la vida misma, es un planteamiento interdependiente entre ambiente y vida, pues al conservar lo ambiental, estamos conservando la vida en general, de humanos, plantas, animales y también de aquello que no presenta vida por sí, como el paisaje, las rocas, los metales y otras tantas cosas más, que son indispensables para la vida en el planeta”.

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