Entre los paisajes del semidesierto queretano, Villa Progreso resguarda una de las expresiones culturales más antiguas y valiosas del estado: la elaboración de artesanías de ixtle, una práctica que combina esfuerzo, creatividad y un profundo respeto por la naturaleza.

Foto: Pinshi Millennial.
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El corazón artesanal de Ezequiel Montes

A solo unos minutos de la cabecera municipal de Ezequiel Montes, Villa Progreso —también conocido como San Miguel Tetillas— se alza como un símbolo de identidad y herencia otomí. Esta comunidad, situada entre valles y colinas, ha conservado con orgullo la tradición de trabajar el ixtle, fibra natural que se extrae del maguey y del henequén.

El oficio, transmitido de generación en generación, representa no solo una fuente de sustento para sus habitantes, sino también una forma de preservar una técnica ancestral que ha acompañado la vida cotidiana del pueblo desde tiempos prehispánicos.

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Foto: Pinshi Millennial.
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El proceso del ixtle: del maguey al arte

La elaboración de artesanías de ixtle es un proceso meticuloso que comienza con la extracción de las fibras del maguey. Las pencas se machacan para separar las hebras que, una vez limpias, se lavan y se dejan secar al sol. Posteriormente, se “escarmenan” —es decir, se desenredan y suavizan— hasta obtener una textura uniforme.

Foto: Pinshi Millennial.
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Después llega el hilado, donde la destreza de las manos convierte las fibras en cuerdas resistentes. Con ellas se elaboran desde estropajos y cepillos hasta bolsas, tapetes, figuras decorativas y adornos para el hogar. En cada pieza se percibe la paciencia y el conocimiento de los artesanos, quienes dominan cada paso con precisión.

Foto: Pinshi Millennial.
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El proceso culmina con el teñido, en el que se emplean tintes naturales obtenidos de raíces, cortezas, flores y semillas. Los tonos resultantes —rojos intensos, verdes vibrantes, amarillos y azules profundos— son conocidos en la región como colores mexicanos, por su brillo y vitalidad.

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Creatividad que impulsa la identidad

Las artesanías de ixtle de Villa Progreso destacan por su diversidad y funcionalidad. Entre las piezas más populares se encuentran los estropajos naturales, cepillos, tortilleros, canastos, tapetes, figuras religiosas y esferas decorativas. Durante las festividades locales, estas creaciones se exhiben con orgullo, mostrando cómo una fibra “humilde” puede transformarse en arte utilitario y ornamental.

Cada pieza es una manifestación de identidad. Trabajar el ixtle significa mantener viva una práctica que une pasado y presente, simbolizando la relación entre la comunidad y su entorno natural. Además, representa un ejemplo de sostenibulidad, ya que del maguey se aprovecha todo: las fibras, la pulpa y hasta los residuos, que se reutilizan en productos de limpieza ecológicos.

Villa Progreso: destino cultural y artesanal

Visitar Villa Progreso es adentrarse en un ambiente lleno de historia, hospitalidad y color. En sus calles se respira tradición y en sus talleres se escucha el sonido constante del trabajo manual que da vida a las artesanías.

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Cabe mencionar que el pueblo forma parte de la Ruta del Arte, Queso y Vino, lo que permite complementar la experiencia artesanal con recorridos gastronómicos y enoturísmo. Además de las piezas de ixtle, el visitante puede apreciar la cerámica decorada con tonos pastel, los vinos locales de la Bodega Bothë y la arquitectura del templo de San Miguel Arcángel, emblema espiritual de la comunidad.

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