Con el dibujo, principalmente retratos de mujeres, en donde los ojos, casi siempre con una o varias lágrimas, pero con una penetrante mirada, juegan el papel central de sus obras, Nayeli Rosas encontró la terapia perfecta para quitarse la ansiedad que le generó el encierro durante la pandemia.

A casi dos años de que empezó experimentar nuevas emociones, como son enojos, tristezas y satisfacciones con sus trazos, hoy Nayeli ya fuera de su encierro al que se sometió por la pandemia, mira sonriente hacia los Arcos —símbolo arquitectónico de Querétaro—, y con papel y lápiz, sus inseparables herramientas de trabajo, le cuenta a EL UNIVERSAL Querétaro que “disfruta mucho hacer retrato, donde le pongo mayor detalle es a los ojos, porque para mí una mirada lo dice todo”.

Nayeli recuerda sus primeros trazos los hizo cuando estudió la preparatoria, “pero fue algo pasajero, pues después dejé los monitos por entrar a la universidad a estudiar la carrera de Artes Visuales”, profesión que la llevó a especializarse en fotografía y a convertirse, en 2006, en la primera mujer que hizo fotoperiodismo en Querétaro.

El dibujo, terapia para canalizar emociones
El dibujo, terapia para canalizar emociones

Al retomar en este momento de su vida el gusto por el dibujo dice que  “ahora mi reto es perfeccionar la técnica, en este momento los hago en acrílico y también utilizo el carboncillo, pero quiero hacer grabado”.

Medicina terapéutica

A raíz  del  confinamiento, explica, empezó a dibujar porque emocionalmente no se encontraba bien, “tenía coraje, pasaba por un caos interno, esa parte que se daba como ansiedad”.

Con  serenidad cuenta que  en ese momento vivió una crisis de salud, “me dio el bajón, me caí, empecé a bajar mucho de peso, no sabía qué me estaba pasando y me preocupé de más, por lo que empecé a sacar eso en mis dibujos, eso me sirvió de terapia para sacar lo que yo tenía”.

Y la actividad que inició como una terapia transformó la dinámica cotidiana de Nayeli, pues actualmente se reúne con otros dibujantes para pintar, “lo que nos permite sacar las emociones que tenemos, pero ya no son únicamente mis emociones sino son emociones en conjunto, ahí dibujamos cada quien durante cinco minutos y después nos compartimos esos dibujos  y terminamos haciendo una pieza entre todos”.

Fijación por los ojos y la mirada

“Siempre he tenido fijación en los ojos, por eso lo que verás con mayor detalle en mis dibujos es el detalle en los ojos”, dice Nayeli, quien  también domina cinco idiomas: italiano, portugués, francés, japonés y el inglés.

También  relata  que no le gusta inmortalizar a varones,   “me gusta retratar más mujeres que hombres porque  somos más expresivas que los hombres”.

A los ojos de un hombre, explica, “les falta más expresión y para mí con pestañas largas, inventadas, me encanta eso, darle ese detalle y los hombres se hacen como más complicados”.

“Para mí dibujar una mujer es disfrutar la parte femenina, por eso  creo que si volviera a nacer me gustaría nuevamente ser niña, a pesar de que es más complicado por diferentes situaciones”.

“Me gusta ser mujer, lo disfruto y porque también nuestros ojos pueden decir muchas cosas, quizá porque las mujeres expresamos esa parte más sentimental, tenemos ese brillito adicional, y los hombres no tienen ese brillo, les falta esa sal y pimienta, debido a que esconden esa parte sentimental, además de que me cuesta trabajo dibujar una barba”, puntualiza.

“A la mujer la veo como una creadora de todo, aunque es cierto que nos falta creer más en nosotras, pero al mismo tiempo somos débiles porque la historia nos ha hecho vernos así, pero en realidad somos más fuertes que eso. Nos educaron para vernos como sexo débil, tú no puedes hacer esto, tú sirve en casa, yo creo que las cosas deben de ser parejas”, subraya sin titubeo.

Explica que le gusta elaborar retratos con lágrimas, pues  reflejan una emoción o un estado de ánimo, aunque confiesa que  últimamente trata de quitarle a sus piezas ese sello, “pero sí tuve una temporada en que le metía el drama a mis dibujos”.

Reflejo emocional

Muchas veces los artistas pintan de acuerdo a las emociones que experimentan, “por eso cuando me siento muy frustrada, enojada sí he terminado pintando no cosas tan padres”, explica.

Este sello personal de crear piezas con los ojos llorando se da en momentos en los cuales se sentía triste, “pero en un principio no me había dado cuenta hasta que me lo hicieron notar, observación en la cual me decían que hacía dibujos con ojos grandes y desproporcionados de lo normal”.

Se define con estilo ecléctico, “así es mi forma de ser, porque me gustan diferentes cosas, aunque únicamente hago retratos”.

Algunos personajes que se observan en sus obras, cuenta, se parecen a ella,  “pues confieso que en algunos dibujos empecé con mis ojos, pero ya después el dibujo se va configurando de lo que sale en ese momento de mi cabeza, en esta parte puedo entender que muchos artistas  terminan haciendo dibujos que se parecen a ellos, y terminan sin querer retratándose”.

Refiere que el mes pasado presentó en el Museo del Nacimiento, en San Juan del Río, una de sus creaciones, “se trata de una pieza, un retrato de tres ojos, esa obra la hice en un momento de mucho enojo. Se exhibió del 8 al 27 de marzo”.

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