Por lo menos no el verdadero amor. Si nos referimos al amor real, al amor profundo, al amor de entrega total, al amor auténtico, al amor en libertad, ese amor que todos quisiéramos vivir y el que muchos ya experimentan, ese amor, disculpen, pero no es ciego…

En este artículo no se describe qué es el amor; más bien, se dice qué no es el amor, y no en un sentido despectivo. Les explico por qué. Creo hay dos errores básicos que cometemos en el amor. El primero es querer entenderlo; el segundo y más importante, querer comprenderlo como un concepto.

Cuando somos niños o niñas (generalizaré en lo sucesivo), los adultos quieren enseñarnos como “debe ser” el amor desde su propia perspectiva, pero lo cierto es que cuando algunos padres intentan explicar a un hijo (o a un menor) lo que es el amor, bien podrían valerse de algún tutorial.

En ocasiones para ellos mismos el amor no tiene ni pies ni cabeza, no hay un orden con la pareja, y pues es casi una ilusión ponerse de ejemplo. Padres, si no pueden explicar estos temas a sus hijos, pueden permitir que alguien emocionalmente más estable lo haga, o en todo caso, sean ellos mismos quienes vayan descubriendo su camino en el amor y solo acompañarlos en el trayecto.

Tengo un amigo doctor de más de 60 años que hace poco me decía bastante decepcionado: “¡El amor no existe!”.

Después de recordarle que ha estado casado por más de 25 años y por su comentario de que pese a sus problemas maritales no dejaría a su mujer, le pregunté por qué había llegado a esa conclusión tan fatalista. Me contestó que antes sí creía en el amor, pero desde hace unas semanas ya no. “Por lo menos no en el amor como yo hubiera querido”, agregó. Y bueno, después de una conversación intensa en el tema, no cambió de idea. Tal parece que el amor no es estático.

A nadie nos gusta reconocer que el amor puede ser breve, fugaz, volátil, frágil, traicionero, superficial, etcétera, insisto, si lo vemos así, es porque queremos entenderlo como concepto. No hay nadie en este mundo que no haya pasado por una decepción amorosa o sufrido por amor.

No importa el color, raza, condición social, económica, nacionalidad, tradición religiosa que profese, orientación sexual, edad, etc., los “males de amor” nos aquejan a todos y los que digan: “¡A mí no!”, les aclaro: siempre hay una primera vez o está mintiendo y son los más dolidos.

Disculpe usted, pero el amor no es ciego…
Disculpe usted, pero el amor no es ciego…

Esto de sufrir por amor es un asunto que de voluntad, seguramente le dejaríamos a otros. Todos aquellos humanos que se han enamorado una o varias veces, aunque no sea de la persona con la que están emparejados, ya saben de lo que hablo.

Claro, si es que en el camino han aprendido algunas cosas, porque en la mayoría de los casos se repite la misma historia una y otra vez. Como dicen por ahí… “si no vas a terapia, te encontrarás a tu ex en el cuerpo de otro”.

En el amor requerimos actualizarnos. El amor que se vive auténticamente requiere actualizarse. Así es, como el software de una computadora o una aplicación, para que me entiendan mejor los chavos que ahorita no saben ni lavar sus calzones (recordé a mi madre totalmente), y ya se sienten muy en la madurez para decidir tener novio o novia, o una relación con ciertas variantes libres de compromiso.

Decía, que para fortalecernos en el amor requerimos actualizarnos. Es por lo que con el paso del tiempo no nos sentimos enamorados de la misma persona, (¿ya leyó esto doctor?). Con el paso del tiempo juramos que nos cambiaron a la esposa o el esposo. Y seamos honestos, queremos que en algún momento esto se haga realidad, (bueno, por lo menos por un rato), y quien diga que no, ¡está mintiendo!

Si aprendemos a vivir en el amor auténtico, aceptamos que los cambios van a suceder. Todos los seres humanos emparejados o no, cambiamos todos los días. Las experiencias diarias de la vida nos ponen la tarea de actualizarnos. Lo mismo da con las relaciones de amor. Si aceptamos que todo tiene un principio y un fin (tal como aceptamos la Ley de la Gravedad), entenderemos que el amor también empieza y termina.

El tiempo que dura una relación, no es lo verdaderamente importante. Es más su intensidad, lo que vale, o la huella que deja en nosotros. Hay relaciones que duran desde unas horas, un día, un mes, un año, una década o toda una vida.

El amor verdadero, real, auténtico, profundo sufre todos esos cambios. Este tipo de amor nace, crece, se fortalece, persiste, pero no muere. Ahí está siempre, sólo de distinta manera, con o sin el otro.

Según Walter Riso (2017), el enamoramiento es la primera etapa del amor, no el amor en sí. Hay personas que quieren vivirlo siempre desde esta etapa.

La frase “El amor es ciego” podría más bien interpretarse en la etapa del enamoramiento, donde de todo ocurre de manera exacerbada, la percepción de los sentidos, la piel, el olfato, la vista, el oído y el gusto se afinan y perdemos toda lógica de nuestras acciones.

Disculpe usted, pero el amor no es ciego…
Disculpe usted, pero el amor no es ciego…

Pero bueno, para eso es el enamoramiento, para “profundizar” con la persona amada. Al pasar esta etapa, la visión se aclara y “mágicamente” pasamos de estar ciegos, a ver ciertas actitudes, defectitos, que nos dicen que nuestra “joya”, ya no brilla igual.

Por cierto, la joya que somos nosotros, ¿brilla también con la misma intensidad? En esta etapa decidimos si le seguimos al asunto, o ahí le paramos.

En las etapas siguientes del amor también sucede lo mismo. Se trata de voltear a vernos a nosotros y hacer una valoración, seguida de una actualización. El problema ocurre cuando hacemos la valoración y no hacemos actualización, o peor aún, incluimos a otras personitas para confirmarnos que ya no “nos hallamos” en esa relación, pero no somos capaces de decir: “hasta aquí”… dícese de los valientes que sí lo hacen. Durante todas las etapas, el amor se fortalece o se debilita, pero no permanece “quietecito”.

Las experiencias de la vida nos ponen en ese lugar de responsabilidad, desde el noviazgo, el compromiso, el matrimonio, la llegada de los hijos, concretar proyectos de crecimiento para la familia, lograr metas profesionales, pérdidas esperadas o inesperadas; hacen que el individuo cambie de manera natural, sólo por ser humano, y en consecuencia, la relación de pareja se ve afectada. ¿De qué depende este fortalecimiento o debilitamiento del amor? Pues hasta el momento no hay autor, padrecito, pastor, guía espiritual, monje, chamán, tahúr, líder sindical, o estudios científicos, estudios de mercado, tradiciones religiosas, teorías psicológicas, posturas metafísicas, etc. que tengan una respuesta concreta. Querer encontrar una respuesta es insistir en conceptualizar al amor.

El darle una definición a la palabra amor, sólo sirve para ubicarlo en un contexto, en una circunstancia, es decir, en una realidad. Una vez que esto sucede, la tarea es darle un valor desde nuestra propia interpretación, experiencia de vida y propios valores (no los de otros).

En varias ocasiones he escuchado la frase: “Nadie escoge de quien se enamora” y estoy de acuerdo de manera parcial. Primero porque si la persona no “nos llena el ojo”, pues seguro lo dejaremos en “friend-zone”.

Segundo, porque si nos enamoramos de alguien que no escogimos, en algún momento, “nos desenamoraremos”, y así quedará el asunto. Es algo como: “No escogemos de quién nos enamoramos, pero sí escogemos a quién amar”.

¿Qué no es el amor? Y a todo esto, ¿qué no es el amor?, pues no es ciego, no es frágil, no es complicado, no es aprisionado, no es poco, no es mucho, no es traicionero, no es condicionado, no es justificado, no es maldito, no es sufrido, no es religioso, etcétera.

Todo lo que acabo de mencionar, no es el amor. Todo eso lo somos nosotros. Los seres humanos que no sabemos vivir el amor y desde el amor. Creemos que en el amor debemos ser ciegos; que va a durar poco; que es muy difícil; que nos tiene atrapados; que nos hace falta; que a veces nos sobra; que nos traiciona; o que nos pide algo a cambio.

Más aún nos preguntamos, cuando por fin somos valientes y nos aventamos a amar a alguien: ¿Por qué y para qué lo amamos?, ¿voy a sufrir?, ¿te amo y te odio al mismo tiempo?, ¿te dejo?, ¿me voy?, o por el contrario, ¿me caso o no me caso?

En fin. Más bien, el amor es o no es. Está o no está. Se puede entender el amor más como un valor, porque los valores se viven, se experimentan, se actúan, nos proyectan hacia otros, nos relacionan con otros, nos vinculan con otros. Es decir, el amor se vive libre de expectativas disfrazadas; se vive desde la responsabilidad, honestidad, compromiso, deseo y la acción constante para renovarlo, para actualizarlo.

¿Ahora ven como el amor no es ciego? Simplemente hay que sabernos y reconocernos como personas “amables”. Saber que tenemos derecho a ser amados y vivir el amor en cualquier etapa de nuestra vida, desde que nacemos, hasta que morimos.

Así que abuelos, no cuestionen los novios de sus nietas (y viceversa), alégrense por ellos que van empezando su camino en el amor.

Y nietos e hijos, festejen que sus abuelos y padres sientan esa ilusión de ser amados, sobretodo porque saben que no les queda “toda la vida” para hacerlo. Estar consciente de que el amor existe, es saber que está ahí, tengas pareja o no la tengas, saber que eres digno de que te amen, al derecho y al revés, de pies a cabeza, desde tu peor concepto hasta lo que más te gusta de ti.

Si en estos momentos no tienes con quien vivir este amor bueno del que hemos venido hablando, no hay apuro. En cuanto tengas claro que ese tipo de amor  SÍ es para ti y que quieres vivirlo, estoy 100 por ciento segura que la persona que quiera compartirlo contigo llegará, y lo hará en el mismo entendido que tú. ¿Ha pasado el tiempo y no llega? Tal vez te falte aclarar aún más las ideas acerca de lo que es el amor que quieres vivir.

Si en la actualidad tienes pareja, llámese novia, prometida, esposa, amante, o como le quieras bautizar, ya sea desde hace un día, un mes, o una vida, tu chamba es actualizar-te, actualizar-lo, actualizar-se en pareja.

¿Qué se requiere para actualizar este amor? Si realmente ese es tu deseo, busca en tu corazón y tienes la respuesta de que hacer y hacia dónde ir. Tal vez sólo requieras nuevos tutoriales para aprender “nuevas técnicas”. Con amor…


*Logoterapéuta, psicoterapia centrada en el sentido. 
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