Sólo una vez el escritor Mario Vargas Llosa hizo cine y hasta la fecha se arrepiente. Dijo que fue “una catástrofe de la cual me considero exclusivamente responsable” y prometió no repetirlo jamás.

Se trata de la primera versión de su novela “Pantaleón y las visitadoras”, de 1975, dirigida por él y José María Gutiérrez Santos, de Puerto Rico.

Esta película, de la cual su director se refiere siempre como “el desastre”, se exhibe por primea vez en una pantalla grande, en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México, como parte del ciclo “Mario Vargas Llosa en el cine”, desde el miércoles y hasta el primero de diciembre.

El laureado autor se encuentra de visita oficial en México, donde presentó su nueva novela “El héroe discreto”, el jueves; también asistirá, como invitado de honor, a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), que inicia mañana.

El escritor de “Los Cachorros”, habló del séptimo arte frente a una sala de cine llena de lectores y lo primero que hizo fue pedir disculpas por llegar una hora tarde a la proyección inaugural del Festival Viva Perú. “No soy tan impuntual como lo parece esta noche”.

Dijo que le gusta el cine como espectador, pero no siempre fue así. Reveló que de niño le daba miedo. “Me cuentan que los primeros intentos de llevarme al cine fueron un fracaso total porque apenas se apagaban las luces y yo empezaba a chillar muerto de terror y tenían que sacarme”, relató.

El peruano, a modo de disculpa, declaró que “no soy, ni seré nunca, ni remotamente un cineasta”.

Explicó que a pesar de que las imágenes y las palabras tienen una misma finalidad, “porque ambos cuentan historias”, en realidad son distintas en muchos sentidos. “Ambas tienen su propia personalidad, su propias limitaciones”.

Reconoció que pocas veces un libro ha sido bien llevado al cine y viceversa, salvo rara excepciones. Señaló “El gatopardo”, del italiano Luchino Visconti, sobre una novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “cuya versión cinematográfica es tan extraordinaria como la novela”, o “El proceso” del estadounidense Orson Welles, sobre un texto de Franz Kafka.

“Por eso, siempre he pensado que no debía, como autor de un libro, involucrarme en modo alguno en su transformación en una película”, dijo.

La citada retrospectiva fílmica dedicada a Mario Vargas Llosa, también incluye la exhibición de “La fiesta del chivo”, filmada en 2005 por su propio hijo, Luis Llosa, y la actuación de la italiana Isabella Rosellini.

De la novela, editada en el 2000, sobre los excesos de poder y apetito sexual del dictador Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961) en República Dominicana, “mucha gente creerá que lo que yo conté son más bien exageraciones, excesos, que se toma un autor en sus relatos, pero no fue así”.

La película, hablada en inglés, “refleja muy bien la historia que yo quise narrar en palabras”, dijo.

La producción fílmica y la novela narran cómo Trujillo era adicto a niñas vírgenes, cómo las seducía y cómo sus propios ministros le regalaban mujeres, incluso a sus propias hijas.

“Era muy sabido que a Trujillo le gustaban las mujeres. Hacía muchas giras por el país y en esos viajes le regalaban muchachas, muchas veces los padres, y luego ya no sabía qué hacer con ellas, no las regresaba, algunas las casaba con militares, otras no quería devolverlas porque le daba vergüenza hacerles el desaire”, explicó.

“No sucedió en la Edad Media, sucedió en los años 40 y 50, o sea, ayer, antes de ayer, que familias regalaran a sus hijas al dictador porque pensaban que eso podía gustarle”, añadió.

Esta faceta del dictador viene acompañada de los excesos de violencia ejercidos durante su mandato en República Dominicana. “Eso que refleja es que la maldad humana puede ir mucho más lejos que la imaginación retorcida”, expresó.

Luis Llosa, cineasta e hijo del escritor, dijo que la película debería tener una gran actualidad, “para que excesos (como los de Trujillo) no vuelvan a suceder”.

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