Siempre dibujando, así es como recuerda el fundidor Alejandro Velasco a la surrealista Leonora Carrington.

Durante 27 años Leonora y Alejandro trabajaron juntos, y de esa intensa relación de creatividad nacieron más de 250 esculturas, 150 modelos están bajo el resguardo de la Fundidora Velasco y 10 de esas obras, en la que destacan piezas creadas en los últimos años de vida de la surrealista, se exhiben en la explanada de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), con el nombre:  Leonora y su tiempo.

Esculturas de bronce y gran formato que se pueden apreciar y tocar, sin ninguna restricción, como le gustaba a Carrington, estarán disponibles para la comunidad universitaria y público en general, durante los meses de septiembre, octubre y noviembre.

“Estar aquí era muy importante, porque las generaciones que viene tienen que saber, ver todo  lo que pudo haber hecho Leonora; todavía una semana antes de que falleciera trabajó, ella se fue el 25 de mayo del 2011 y realmente fue una hormiguita trabajadora, generando, preocupándose porque las generaciones venideras aprendieran y decía: ojalá haya musa para todos los que quieran hacer arte. Y la musa siempre anda volando alrededor de nosotros, ojalá alguien de aquí tenga la facilidad de encontrar esa musa para que siga trabajando ese arte”, dijo Alejandro  a los asistentes durante la inauguración.

Encontrar a la musa era algo que también le preocupaba a Leonora, una mujer muy especial y demasiada estricta, como describió Velasco a EL UNIVERSAL Querétaro, “pero infinitamente sensible,  ella se desesperada cuando no encontraba la idea de cómo hacer algo, un  día me dice: ‘Alejandro, no hay musa, no llega la musa’. Entonces le dije: ‘vamos a crear una escultura para encapsular a la musa, que no se nos  vaya  y usted pueda seguir generando’”. Y así lo hicieron, Leonora siguió trabajando. A su muerte, dejó seis esculturas en boceto, mismos que se destruyeron por el propio  Velasco, para resguardar la obra y como respeto a la surrealista.

De mitos celtas. La obra de Leonora Carrington está llena de los mitos celtas que aprendió de niña. “Todos los personajes que creó traen un rasgo de la mitología celta, para ella era  muy importante, porque su nana le platicaba de ello,  entonces cuando le platicaba siempre viajaba, y cuando ella es internada es cuando sufre mucho y al escapar lo primero que hace es empezar a dibujar todo eso y hacer todo  por medio de los Celtas que los sentía sus salvadores”.

Los personajes en la obra de Carrington son creaciones que protegen a las familias, protegen de las malas vibras y de enfermedades,  “seres que generen algún tipo de magia para que las aldeas no fueran atacadas por los guerreros, proteger a los niños, que no hubiera hambruna en las aldeas,  que siempre hubiera alimentación en todo el pueblo, esos eran sus problemas que ella tenía al momento de crear,  ver cómo podía generar algún personaje que pudiera hacer eso, la defensa de las personas”.

En la inauguración de Leonora y su tiempo, estuvo presente el rector de la UAQ, Gilberto Herrera; quien también compartió la idea, de que la obra de Leonora puede servir para inspirar el trabajo de los universitarios.

También asistieron al evento los coleccionistas de la obra de Leonora Carrington, Alejandro y Juana Velasco; la directora de Difusión Cultural UAQ, Tere García Besné; la directora del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA), Laura Corvera; el director del Instituto de Cultura del Municipio  de Querétaro, José Antonio Mac Gregor.

La exposición  Leonora y su tiempo  se realizó a través del Difusión Cultural de la UAQ, en el marco del Primer Encuentro Universitario “Reflexiones en Torno al  Arte" cuyas acitividades se extienden hasta el 25 de septiembre.

Tere García Besné se refirió a  Leonora como una inglesa de nacimiento pero mexicana de espíritu, considerada una de las 10 mujeres más representativas del arte del siglo XX,  impulsora del surrealismo, pintora, escultora y entregada también a las letras. García Besné recordó cómo influyó en la obra de Carringtón su infancia en Inglaterra, su  juventud en Francia, su  huida a España, su encuentro con Nueva York y su llegada a México, país al que llegó para quedarse.

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