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Sergio Sánchez Suárez dirigió antes Tequila: Historia de una pasión, un drama romántico, con toques campiranos, con la apreciable actuación del actor vasco Unax Ugalde.

La historia de El reino del guardián tiene que ver con dioses ancestrales ocultos en la selva, enojados por haber sido despertados de su letargo.

La aventura tiene que ver con tres rescatistas, dos mexicanos y un inglés, quienes encuentran un monolito de oro tamaño refrigerador y deciden llevárselo a sus casas.

Lo interesante, el suspenso, está en ver qué hacen estos tres hombres, perdidos en la selva de Veracruz, entre ladrones de tesoros, cual huerfanitos indefensos ante temibles fuerzas de la naturaleza.

Entre los personajes se encuentra Itzel (Iazua Larios), lugareña tipo Tomb Raider versión maya. Esta chica parece un personaje central de la historia pero no lo es, aparece de la nada y así sale de la cinta, nunca terminamos de entender qué hace y porqué hace lo que hace.

George (Philip Willingham, actor inglés fallecido en 2014) es un ex combatiente de alguna guerra, un boy scout de primer nivel, de esos que pueden sobrevivir tomando agüita de los charcos en medio de la selva y masticando plantitas para engañar el hambre.

También se encuentra Carlos (Manuel Uriza), un rescatista valiente y noble caballero, pero mandilón, pues sucede que lo regaña su mujer por no llevar dinero a la casa y porque el hombre prefiere ayudar sin pedir nada a cambio.

Adolfo (Iván Arana) es el tercer hombre de este trío de rescatistas, es el asistente general, el chico de los malos chistes, hombre noble pero poco inteligente, es como Shaggy de Scooby Doo pero sin Scooby Doo.

El director Sergio Sánchez Suárez utiliza en El reino del guardián una fórmula que él cree le funcionará de maravilla en la taquilla.

El director se enfoca en los géneros duros, es decir, taquilleros, como el drama romántico o el thriller de acción, utiliza personajes de varias nacionalidades para ampliar el rango de espectadores y que el largometraje pueda funcionar en otros países y viajar. La historia es poco creíble, pero sirve para armar una rocambolesca aventura.

Poco importa que hayan cosas poco creíbles, como aquella donde dos ladrones de tesoros no sepan que es una lata de atún, por ejemplo.

Otra cosa que no termina de cuajar es en qué momento este tipo de Indiana Jones pensaron que trabajar de rescatistas en la selva mexicana podía ser una manera lucrativa de ganarse la vida.

Luego, qué onda con esas manzanas que caen del cielo, que resulta que están podridas y ellos, los rescatistas, se las comen así nomás, como diciendo: “¡Qué chévere, manzanas que caen del cielo!”.

Como en la premiada y harto popular serie televisiva Lost, en El reino del guardián el chiste está en que suceden muchas cosas, pero no sabemos en qué van a terminar y eso nos mantiene atentos. Pero igual que sucede en la serie televisiva, al final no sucede nada, detrás del misterio no hay misterio.

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