Gerardo Ortiz (Pasadena, California) incendió en el Palenque de la Feria Internacional Ganadera de Querétaro. Esta vez lo del fuego no es metáfora, fue verdad.

Sale Ortiz al escenario y lo primero que se ven son dos lumbreras impresionantes, llamas que nacen a unos centímetros de los músicos y ellos (los músicos), con cara de susto y risas nerviosas.

El cantante del género banda se presentó en la Feria con el mismo resultado de siempre: lleno total y locura desbordada por parte del público.

Lo que se expresó en el Palenque, el sábado pasado, no fue admiración por el cantante de “Perdóname”, fue fervor loco, desatado, desmedido.

“Mi regalo de cumpleaños fue venir a verte”, dice en la pancarta de una niña/mujer que se perdía en las profundidades de las gradas.

Fue también una presentación explosiva. Pero esta vez tampoco es poesía de feria de pueblo. Fue literal.

Gerardo Ortiz presente en ese mini ruedo donde los gallos pelean, gana, pierden y mueren, y de pronto una explosión, fuerte, sonora, rotunda.

En el público desconcierto, con caras de espanto y de “pa’ dónde corro”, otras de “ya valió”, otras de “yo no fui”, otras de “a mí que me esculquen”.

Cuando se descubre que esas detonaciones son parte del show, de la parafernalia y no producto de una balacera, el alma descansa y la música sigue.

En el escenario, tan pequeño que casi no entran los casi 20 músicos, tuba y trombón incluido, Gerardo canta “¿Por qué terminamos” como si no pasara nada.

En la Feria y con motivo de la presentación del cantante se reforzó la seguridad.

Algún retén extra en una de las entradas, un tercio de patrullas motorizadas en los accesos, más efectivos de la estatal en el interior del palenque. Todo discreto, como no queriendo la cosa, no vaya a ser…

Cómo estará el asunto de la fama con este exponente del género musical agropecuario, que debe usar equipo de seguridad en el mismo escenario con la finalidad de evitar que lo abrace la gente y luego no lo quieran soltar.

Fortachones cuya única labor es recibir los sombreros del caballero importante de las primeras filas y no vaya a ser si son muy importantes y no perdonen un desaire.

Guaruras, mal encarados, que se preocupan por recibir los ramos de flores que las damas presentes le regalan al intérprete de “Eres una niña”.

Damas, las más aguerridas, que se lanzan al ruedo por una “selfie”, cueste lo que cueste, porque creen que arriesgar la vida, por lo menos un empujón, bien lo vale por un abrazo de Gerardo Ortiz.

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