Por lo menos dos cohetes cayeron este domingo cerca de la embajada de Estados Unidos, ubicada en la Zona Verde de Bagdad, indicaron testigos a la AFP, dos días después del asesinato del poderoso general iraní Qasem Soleimani en un ataque estadounidense.

Desde fines de octubre, se llevaron a cabo 14 ataques con cohete contra intereses estadounidenses en Irak, nunca reivindicados, pero que Estados Unidos atribuye a las brigadas del Hezbolá proiraní.

Hezbolá pidió el sábado a los soldados iraquíes que se alejaran de las tropas estadounidenses, sugiriendo la posibilidad de que fueran blanco de ataques.

Los disparos contra la Zona Verde no causaron víctimas, indicaron a la AFP fuentes médicas.

Sin embargo, las fuentes médicas registraron cuatro heridos, todos miembros de una misma familia, alcanzados por un tercer cohete que cayó en un barrio residencial cercano al sector.

Desde el asesinato el viernes del general Qasem Soleimani, arquitecto de la estrategia iraní en Oriente Medio, y de Abu Mehdi Al Muhandis, número dos de la coalición de paramilitares pro-Irán Hashd al Shaabi, el mundo teme un conflicto.

Por un lado, Teherán clama "venganza". Por otro, el presidente estadounidense, Donald Trump, amenaza con destruir 52 objetivos iraníes, tantos como el número de rehenes que durante más de un año hubo en la embajada estadounidense en la capital iraní en 1979.

Acuerdo nuclear de 2015

Las tensiones entre Washington y Teherán no han cesado de aumentar desde la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo concluido en 2015, acompañado de fuertes sanciones estadounidenses contra Teherán. Un año después de esta retirada, Irán comenzó a liberarse de algunos de los compromisos adoptados.

Este domingo, Irán anunció la "quinta y última fase" de ese plan de reducción de sus compromisos, y afirmó que se desligaba de cualquier límite "al número de sus centrifugadoras" de uranio.

Previamente, Teherán había avisado que su anunció "tomaría en cuenta" la "nueva situación" creada por el asesinato del general.

Con todo, el país indicó que seguiría sometiéndose voluntariamente al programa de inspecciones, muy exhaustivo, puesto en marcha a raíz del acuerdo de 2015 sobre el programa nuclear iraní.

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