Cada año, entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre, el de Amealco de Bonfil se transforma en un escenario lleno de misticismo, aromas, rezos y color. Ubicado entre los bosques queretanos, Amealco honra a quienes ya partieron con una de las tradiciones más entrañables y vibrantes de la cultura mexicana: el .

Aquí la festividad adquiere un carácter muy especial, especialmente en su versión más simbólica y conmovedora: la “fiesta de flores” que inunda los panteones del municipio y de sus comunidades indígenas otomíes.

Foto: Especial.
Foto: Especial.

Panteones que florecen: el alma de la tradición

La esencia del Día de Muertos en Amealco se vive en sus cementerios. Desde días antes de la festividad, las familias acuden a limpiar las tumbas, repintarlas, adornarlas con papel picado, veladoras y cientos de flores de que tapizan los caminos y sepulturas. La flor, símbolo del sol y de la vida, guía con su color y aroma el regreso de las almas al mundo de los vivos.

En comunidades como y , el ritual es especialmente emotivo. Las familias otomíes se reúnen no sólo para recordar a los suyos, sino para compartir alimentos tradicionales como tamales, quelites y calabaza, entonando rezos en náhuatl y otomí, manteniendo vivas sus lenguas originarias.

En estas zonas, donde existen pequeñas capillas familiares, el ambiente es más íntimo y espiritual: se dedican oraciones a las Almas del Purgatorio y se iluminan los altares con velas que arden toda la noche.

Lee más:

Foto: Facebook San Ildefonso Amealco.
Foto: Facebook San Ildefonso Amealco.

Entre flores, rezos y comunidad

Más que una conmemoración individual, esta festividad es una expresión colectiva. Durante la noche, el panteón municipal de Amealco se convierte en un espacio de reencuentro, donde los habitantes no sólo visitan a sus difuntos, sino que también conversan con sus vecinos, comparten alimentos y se reconectan como comunidad. Se honra el pasado, pero también se celebra el presente.

Foto: Facebook Amealco Pueblo Mágico.
Foto: Facebook Amealco Pueblo Mágico.

Una experiencia turística con alma

Visitar Amealco en esta temporada es mucho más que turismo: es sumergirse en una cultura que sigue latiendo con fuerza. Las calles empedradas, los talleres de artesanías, los puestos de pan tradicional y los altares rebosantes de flores ofrecen al visitante una vivencia auténtica, alejada de lo artificial y profundamente conectada con las raíces de México.

Foto: Especial.
Foto: Especial.

Una invitación abierta

Si buscas un destino donde la tradición no sea sólo una representación, sino una forma de vida, te espera. En medio del bosque, entre aromas de mole de guajolote, pan de pulque y flores de cempasúchil, descubrirás una de las celebraciones más puras del .

Una “fiesta de flores” que no sólo honra a los que se fueron, sino que también celebra a los que seguimos aquí, floreciendo en comunidad.

TEMAS RELACIONADOS

Google News