Daniel Fernández, originario de Cuba, se dedica desde hace ocho años a reparar teléfonos celulares y tabletas, labor que, dice, requiere de preparación en electrónica para poder repararlos, pues no es una actividad que cualquiera pueda hacer de manera profesional.

Cubacell Center, revela el origen de Daniel, donde él y dos jóvenes más trabajan en la reparación de móviles y tabletas, dispositivos populares entre la gente por su rendimiento, pero que también suelen descomponerse o sufrir daños en la vida diaria.

“Este mundo de celulares es complicado. Primero debes de tener preparación en electrónica, para poder hacer un diagnóstico de reparación de celulares o tabletas. Sí, es un poco complicado, porque a veces los teléfonos no reaccionan de la manera como uno espera. Se hace un diagnóstico, lo arreglas de una cosa y falla de otra. Hay veces que es producto de la misma falla, pero tratamos de darle un buen servicio al cliente”, apunta.

En la reparación de celulares, explica, hay dos ramas: el software y el hardware. En ambas su negocio y su personal es experto. En el primer caso se tratan problemas como encendido inestable del teléfono, virus en el sistema, actualizaciones, instalación de aplicaciones, lo que requiere mucha práctica, porque cada caso es diferente y se requiere experiencia para poder trabajar con los equipos.

Sin embargo, no sólo es saber electrónica, pues se requiere experiencia, debido al trabajo y su naturaleza, donde los aparatos se modernizan cada medio año y se necesita estar actualizado, asegura.

Revela que existe otra tendencia en su negocio, donde hay muchas personas que “cazan” los lanzamientos de las principales marcas para comprarlos, desarmarlos y encontrar las fallas, algo que ellos no hacen porque es oneroso gastar sumas en ello, y prefieren hacerlo a los dos o tres meses de lanzado el producto, pues no pueden quedarse rezagados ante un mundo muy competitivo y cuya materia prima se actualiza y moderniza cada seis años.

Lo que deben hacer para estar a la vanguardia es buscar planos esquemáticos de los teléfonos, asistir a capacitaciones, entre otras cosas.

Mientras Daniel charla, su personal repara algunos aparatos. En sus bancos de trabajo, equipados con herramientas similares a las de los relojeros, clavan la mirada sobre los móviles, artefactos que son considerados de primera necesidad para muchos en la sociedad actual.

Su isla de reparación se encuentra entrando a una pequeña plaza comercial ubicada en la calle de Juárez. A un costado de la entrada, un local es atendido por su suegra y su esposa, donde venden protecciones, cables, memorias y otros artículos relacionados con el mundo de los dispositivos móviles.

Explica que muchos, si no es que todos los celulares, están hechos para tener una vida útil determinada (lo que llaman obsolescencia programada) para que fallen luego de ciertos meses. Pone como ejemplo los celulares de una de las marcas líderes en el mercado, que después de cierto tiempo se descarga rápidamente, a pesar de comprar baterías de manera constante.

Ello se explica por unos circuitos integrados en el equipo que regula el voltaje en el equipo, pero con el tiempo la soldadura se vuelve deficiente, hasta que llega el día que el teléfono ya no funciona. El mismo caso sucede con otra marca muy popular, cuyas actualizaciones de software son constantes, pero los equipos con un poco más de tiempo ya no las pueden instalar, además de presentar el mismo “defecto” con la carga de baterías.

Precisa que 80% de las reparaciones de celulares son por la pantalla y el conector de carga, pues cuando tratan de conectar el aparato tratan de insertar el cable al revés, mientras que la pantalla es por las caídas.

En algunos casos las reparaciones son muy caras, por lo que es mejor comprar un teléfono nuevo, aunque muchos prefieren arreglar sus aparatos. “Más que un lujo es una necesidad. La gente está muy apegada al teléfono, todo se hace por el smartphone, hay aplicaciones, todo se hace por el teléfono, es muy necesario”, añade.

Establecido y con negocio

Narra que se inició en este negocio en su natal Cuba, cuando aparecieron algunos celulares que le llamaron la atención y se apasionó con la tecnología, lo que obliga a actualizarse de manera constante.

Dice que lleva seis años viviendo en Querétaro, donde llegó de manera directamente, pues su padre vino a vivir antes que él al estado, y la recomendó por ser una ciudad muy tranquila, con muchas posibilidades económicas y les ha ido bien. Su padre se dedica a los recubrimientos industriales y acabados de construcción. Daniel explica que más que un problema político, fue un problema económico lo que los orilló a dejar la isla.

“En Cuba hay mucho problema económico, el poder adquisitivo de las personas está muy bajo, las personas tienen que hacer cosas ilegales, prácticamente, porque poner un negocio no es legal. Entonces en el momento en que haces una cosa, como poner un negocio de telefonía, lo haces ilegalmente, entonces para evitarnos esos problemas de ilegalidad, nos venimos a México. Primero mi papá vino contratado por una empresa y después vine yo”, añade.

En Querétaro vive su padre, su madre y él. Aquí también vive su esposa, que es mexicana y con quien tiene una hija de tres años, por lo que encontró una nueva vida.

“Me siento muy contento aquí, la gente es muy amable. Como todo, a veces pasan cosas, pero nada importante”, comenta.

Explica que los negocios son de su suegra y él se dedica a todo lo relacionado con la reparación de tabletas, celulares y reparación de software, donde llevan cinco años en la plaza comercial. Enfatiza que ve un futuro prometedor en su negocio, pues en la tecnología siempre habrá trabajo y “las personas entre más apegadas y necesitadas estén de su sus celulares, más trabajo para mí”.

Daniel regresa a su isla de trabajo, debe seguir en sus actividades, junto a sus compañeros, quienes se convierten en los héroes de muchos de sus clientes, cuando le dan nueva vida a sus teléfonos móviles, que en estos tiempos son un artículo de primera necesidad que permite estar conectado con el resto del mundo, además de servir para trabajar, enviar mensajes, mantenerse informado a través de redes sociales y, de vez en cuando, para hacer una llamada.

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