La colocación de topes en la ciudad provoca afectaciones en la salud de los automovilistas, en los vehículos y en el entorno ambiental, según expertos en urbanismo y medio ambiente, quienes coinciden en la necesidad de recurrir a una reestructuración planeada de la ciudad, ya que los topes son “bomberazos” que intentan moderar el tránsito.

En la ciudad de Querétaro se colocaron el año pasado 120 topes en diferentes calles, informó el secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del municipio capitalino, Gerardo Vega González, quien aseguró que este año no se prevé la colocación de más reductores de velocidad.

La ambientalista Pamela Siurob Carbajal dijo que cuando un conductor frena y vuelve a acelerar, genera emisiones contaminantes y aumenta los gases de efecto invernadero.

En tanto el coordinador del Consejo de Concertación Ciudadana para el Medio Ambiente y Desarrollo Urbano, Emilio Vasconcelos Dueñas, indica que atravesar los topes puede afectar la salud de las personas. “Los topes son peligrosos, puede haber desprendimiento de retina y complicaciones en las vértebras cervicales de algunas personas”, aseveró.

El perito urbanista Jorge Jiménez Alcaraz sostuvo que los reductores de velocidad se deben instalar sólo si están bien diseñados. “Actualmente no respetan las normas internacionales de diseño para esto y deben de tener tanto en altura como en la rampa de ascenso y descenso un diseño suave para que no haya obstáculos como los que se encuentran en la central camionera”, indicó.

Por ello los expertos propusieron alternativas como planear zonas estratégicas, generar cultura vial y habilitar aditamentos electrónicos que emitan infracciones.

En este sentido, el integrante del Colectivo Libre A Bordo propuso el modelo “Zona 30”, que significa que los vehículos transiten a 30 kilómetros/hora, para disminuir el tránsito automovilístico y lograr traslaciones factibles para automovilistas, peatones, bicicletas, sillas de ruedas y personas con capacidades diferentes.

El colectivo Libre A Bordo es una organización no gubernamental que promueve la movilización no motorizada. Al respecto, José Luis Ramos detalló que más que la colocación de topes, se necesitan alternativas como redireccionar las calles y disminuir la afluencia hacia el Centro Histórico.

Dijo que un ejemplo del modelo “Zona 30” son las acciones que se efectuaron en las calles aledañas a la zona de la vieja estación del tren, en donde “direccionaron los sentidos de las calles y crearon una especie de corredores en zigzag”.

La ambientalista Pamela Siurob sugirió a las autoridades de tránsito que en los lugares donde los conductores están rebasando la velocidad, se realicen señales para disminuirla y “promover detenernos por cultura, no por topes”.

Emilio Vasconcelos planteó elementos electrónicos que lean la velocidad del auto y su placa y, en caso de rebasar la velocidad, enviar la infracción al domicilio del conductor.

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