WASHINGTON.—   El presidente Barack Obama consiguió ayer vencer los malos augurios,  el desgaste propio de un primer mandato y doblegar —contra todo pronóstico—  a una poderosa coalición de intereses creados para asegurarse un segundo mandato.
La victoria de Obama ocurrió  antes de la medianoche, tras un doloroso parto de estados “columpio” que fueron cayendo, uno a uno, bajo la columna demócrata para garantizarle un mínimo de 290 votos electorales al cierre de esta edición,  más de los 270 que necesitaba.
La victoria de Obama se produjo también en el renglón del voto popular donde conservaba una ligera ventaja.
El triunfo de Barack Obama ha supuesto una importante demostración de fuerza de sus ejércitos de operadores y voluntarios en estados como Iowa, Nuevo México, Colorado y Ohio donde, por cierto, el voto latino ha sido de vital importancia.
Según  datos de Latino Decisions-Impremedia, en una encuesta realizada en las primeras horas de la victoria de Obama, éste  consiguió el apoyo de 75% del voto hispano, una cifra sin precedentes desde la elección del presidente John F. Kennedy en 1960.
La  reelección de Barack Obama dejó a los cuarteles de Mitt Romney a merced de una derrota lo más parecido a un naufragio, tras una noche triste que comenzó entre muestras de un optimismo desbordado y se transformó, poco a poco, en escenas de tensión y  reproches.

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