Santa María Magdalena es el patio trasero de la ciudad de Querétaro del que nadie quiere hablar, ni sus propios habitantes, pero en donde a todas horas se escuchan balaceras y hay robos a los vagones del ferrocarril; es un sitio donde los jóvenes viven el día a día cobijados en el pandillerismo y sumergidos en la drogadicción y el alcoholismo.

A escasas dos cuadras de la plaza principal de este poblado, que forma parte de la delegación Felipe Carrillo Puerto, se ubica la zona de mayor peligrosidad en Santa María Magdalena: las vías del tren, rodeadas por un canal de desagüe, que hace que el olor a caño golpee hasta al olfato más resistente.

Caminar por las seis largas vías que cruzan Santa María Magdalena es incómodo para todo visitante debido a que nadie responde a los saludos. Menos dan información sobre los cotidianos asaltos al tren.

En las casas, frente a las vías, todas en obra negra, se observa a señoras que se pasean con niños y perros y, a lo lejos, en las zonas de maniobra de las empresas Kansas y Ferromex hay varios vagones abandonados, todos ellos grafiteados y oxidados por el pasar de los años.

Poco después del mediodía, cuando los rayos del sol pegan a plomo, se escucha a lo lejos un fuerte silbato de una máquina de Ferromex, que al pasar por Santa María Magdalena arrastra al menos 30 vagones.

Pedro, de aproximadamente 45 años, mira tímidamente al equipo de EL UNIVERSAL Querétaro y dice en voz baja que es muy peligroso caminar por esta zona, sobre todo para las personas que no son de aquí. Es común, señala, que “si los chavos ven a alguien que no es del barrio lo golpean“.

¿Y a poco no intervienen los policías?, se le pregunta.

“Llegan a venir, pero mucho después de que pasa algo. Aquí a toda hora se escuchan balazos, sobre todo cuando roban al tren; ya es común vivir con el miedo y el olor a pólvora”, contesta.

Pedro explica que las máquinas del tren se quedan paradas hasta una hora en Santa María y eso permite que los jóvenes del lugar se den tiempo de robar lo que puedan.

Es común ver como se roban maíz, pantallas, refrigeradores. “Son muchas las cosas, que después andan vendiendo entre los vecinos; a mí me vendían hace poco una pantalla en 5 mil pesos, pero no quise, prefiero no meterme en problemas”, agrega

En la noche, subraya, no salimos de nuestras casas. “Para que nos arriesguemos”, destaca.

Unos metros adelante, un vecino de una colonia aledaña, que omite su nombre, cuenta que visita todos los días Santa María Magdalena: “Vengo a ver a mi novia”.

En la noche, prosigue, no hay alumbrado público, eso le genera mucho miedo a la gente, pero aquí es común ver como se roban el tren. Hace poco me dijeron que venía una carga muy buena y no les creí, pero después me enteré que se habían robado como 20 o 30 motocicletas.

Agrega que cuando se roban el maíz dejan mucho producto tirado sobre las vías; pero hay cosas que a uno le da pena ver, pues hay mamás que solapan que sus hijos roben y después los esconden en sus casas para que no los detenga la policía.

A un lado de las vías hay un módulo, que por fuera luce grafiteado. Del interior sale Juan Manuel, de aproximadamente 60 años, que trabaja para la empresa Kansas, quien explica que su labor es alumbrar las zonas de patios en donde las ferroviarias cargan y descargan mercancías.

“En la noche hay muchos chavos bebiendo, y si no se les molesta no son agresivos. Me daba miedo, pero ya me acostumbre y trato de llevarme bien con todos para cumplir con mi trabajo”, en el cual gana tres mil pesos al mes, indica.

El miércoles, el secretario de Gobierno del municipio de Querétaro, Manuel Velázquez Pegueros, anunció que la Gendarmería Nacional intervendrá en Santa María Magdalena por el constante robo a los vagones, ya que es un delito de orden federal.

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