Hoy en día es casi imposible no saber de los acontecimientos sucedidos aquel sábado 5 de marzo en el Estadio Corregidora. Las primeras imágenes y videos que se observaron del enfrentamiento entre algunos seguidores de los equipos de futbol fueron, en pocas palabras, desgarradoras, preocupantes y cruentas. Esto hizo que, con la poca información que se tenía al momento, varios internautas emitieran juicios precipitados de la situación e incluso exigieran la renuncia inmediata de algunas autoridades gubernamentales de primer nivel, entre ellas el gobernador Mauricio Kuri.

No gusta decirlo, pero la imagen que da a Querétaro este lamentable acontecimiento provocado por un puñado de personas en el Estadio Corregidora ha marcado a la entidad y quedará negativamente en la memoria de todo el país.

Desde luego, extender la responsabilidad de lo acontecido a la sociedad entera es, a todas luces, descabellado. La violencia no impera en la entidad. Lo que sucedió debe ser afrontado por quienes lo provocaron, es decir, las barras de futbol, no por los demás espectadores del partido y mucho menos el resto de la sociedad.

Hubo otras declaraciones desproporcionadas a lo largo de los días subsecuentes al lamentable evento. Por fortuna, las casi dos decenas de personas que los medios de comunicación habían apuntado presuntamente como fallecidas por las trifulcas en el partido no perdieron la vida. Sin embargo, antes, cuando el gobernador anunció que no había personas muertas, la exigencia mencionada en torno a la renuncia de Kuri comenzó a modificarse.

“Si hay muertos, Kuri debe renunciar”, se leía en múltiples comentarios. Y el mismo gobernador aseguró que si, en efecto, había personas fallecidas, él renunciaría. Pero no hubo. La atención médica que recibieron los pacientes fue determinante para que pudieran sobrevivir los ataques tan cobardes, viles y ruines que recibieron en el Estadio Corregidora, lo que es una muy buena noticia.

Entre las buenas decisiones del gobernador en torno a lo sucedido, destaca su comunicación y la forma en que sobrellevó la situación, como posponer su viaje al extranjero en búsqueda de inversión para visitar a las víctimas y dar instrucciones a su gobierno para atender este obscuro escenario, algo que algunos otros gobernantes no habrían hecho por “cuidar su investidura”, sea lo que sea hoy en día.

Otra buena decisión fue la de impulsar a legisladores a comparecer junto a él en el Congreso local en torno a lo que el gobierno ha realizado tras el 5 de marzo. Eso muestra transparencia y ánimo democrático en las prácticas gubernamentales. Incluso como lo apuntó: “el que nada debe, todo informa”. No obstante, a pesar de estas correctas decisiones, hay también unas muy cuestionables, como la decisión de mantener intactas las titularidades de las dependencias de Protección Civil y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Tanto la empresa dueña del equipo de futbol de Querétaro como el estado son responsables de la seguridad del partido. Se sabe que hay juegos que, a raíz de su riesgo, demandan mayores niveles de seguridad, algo que se omitió por negligencia, probablemente. Si bien es una crisis y hay que seguir trabajando, ¿qué garantía y tranquilidad tendría la sociedad de Querétaro con quienes por omisión no tuvieron el cuidado o la atención para el desarrollo de este sensible evento?

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