¿Recuerda usted al locuaz —e involuntariamente cómico— vocero de la Presidencia durante el mandato de Vicente Fox? Sí, Rubén Aguilar, que ante los desvaríos verbales del entonces presidente tenía que salir a explicar a la opinión pública lo que el mandatario quiso decir.
Pues algo similar ocurrió con lo que dijo la presidenta Claudia Sheinbaum respecto a El Batán, donde cada bando en disputa quiso jalar agua a su molino.
Bastaron dos preguntitas en su rueda de prensa para desatar una tormenta mediática. El oficialismo panista se volvió más sheinbaumista que nunca y compartió en toda red social existente —como si fuera mantra político— las palabras presidenciales que aseguraban que El Batán era técnicamente posible.
Del otro lado, desde la izquierda opositora al proyecto, se desmenuzaba el discurso y se destacaba el aspecto científico de las declaraciones de la presidenta.
¿Pero qué fue, políticamente, lo que dijo la presidenta? Mucho ruido mediático ante un breve discurso. Como suele suceder en Querétaro. Recuerde usted cuando Obama mencionó a Querétaro en una sola línea y aquí lo festejaron como si los Gallos hubieran ganado el Mundial de Clubes.
Para comprenderlo, hicimos uso de las técnicas que nos brindan los estudios en comunicación y realizamos un breve análisis de discurso. Dividimos en cuatro categorías principales lo dicho por la presidenta: lectura científica, normativa, política e institucional.
Primero, la científica. Como corresponde a su formación, la presidenta no descarta el reúso de aguas negras como solución de fondo. Pero ojo: señala que sólo es posible si se cumple con los estándares. No está dando un “sí” incondicional al proyecto; habla en términos hipotéticos. Tecnológicamente es factible.
Segundo, desde el punto de vista legal. No se puede distribuir agua tratada como potable sin que repose primero en un cuerpo de agua. El proyecto del Batán tendría que ajustar su diseño técnico o propiciar un cambio normativo, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana. Porque hasta ahora no se ha regulado cuánto tiempo debe permanecer en reposo. Así que no se trata de un respaldo al proyecto del gobernador. Una cosa es lo técnicamente factible y otra lo que marca la ley.
Tercero, la lectura política. La presidenta se lava las manos. Dice que la decisión recae en el Congreso local. Marca distancia y no se compromete. Son los diputados de Querétaro quienes deben decidir. Traducción: no rechaza el proyecto, pero tampoco lo respalda directamente. Ni sí ni no. Política básica.
Y el mensaje institucional. Sheinbaum pide transparencia y rigor normativo en cualquier proyecto que tenga que ver con el agua. Habla de revisión científica, de discusión entre expertos. Y ahí es donde el fondo del discurso se muestra: el agua no admite improvisaciones.
Periodista y sociólogo. @viloja