La historia está llena de cenizas de revoluciones, de ideales que se estrellaron con la realidad. Y en política, esos casos abundan.
Hace tiempo, el ideólogo panista Carlos Castillo Peraza dijo que uno de los problemas para el Partido Acción Nacional era definir si querían ganar el poder, pero con el riesgo de perder el partido. Décadas después, el actual gobierno triunfante de Morena se enfrenta al mismo dilema: ganar el poder y perder el movimiento político que le dio sentido a su existencia política.
Digo esto porque el 4 de mayo pasado se hizo pública una carta que la presidenta Claudia Sheinbaum envió a su propio partido. Aunque había solicitado licencia a su militancia y no quiso asumirse como jefa del movimiento —tal como era clásico en la era priista, cuando el presidente era considerado el primer priista del país—, tomó distancia del partido.
Sin embargo, ante los excesos que ha venido sufriendo Morena y los desvíos ideológicos provocados por la incorporación de figuras con pasados políticos cuestionables, se hizo necesario este mensaje.
En su carta, la presidenta básicamente llama a corregir el rumbo, volver a la esencia del partido y evitar excesos como los viajes lujosos, el turismo político y las campañas anticipadas. Estos excesos son típicos de un partido hegemónico que, ante una oposición desorganizada y sin rumbo, se permite el lujo de ejercer un poder casi pleno. De hecho, podría decirse que la verdadera oposición a Morena proviene del propio Morena, con facciones internas que cuestionan el rumbo del movimiento.
Con el expresidente Andrés Manuel López Obrador alejado de los reflectores, retirado en su rancho en Chiapas y sin intervenir directamente, aunque con “hijos” políticos vigilando de cerca el partido, se mantiene una tensión interna. Esto se ha vuelto más evidente con actos como las campañas anticipadas de una precandidata que aspira a gobernar Chihuahua, entre otros excesos que han obligado a Claudia Sheinbaum a intervenir para recuperar el espíritu fundacional del movimiento.
Aunque la frase de Castillo Peraza no fue escrita para Morena, bien podría aplicarse: tienen el poder, pero corren el riesgo de perder el origen del movimiento.
Aún están a tiempo de corregir, especialmente en un contexto donde muchos se suben al carro del triunfador sin compartir sus ideales. Morena, que nació como una asociación civil en 2011 con un idealismo puro, enfrenta ahora el desafío de evitar que la práctica del poder lo convierta en un partido pragmático sin identidad. Por eso, el llamado de Claudia Sheinbaum a recuperar los orígenes es más relevante que nunca.
Y en el caso de Querétaro aplica aun mas, porque ante lo atractivo de la marca política, muchos que no comparten los principios básicos del partido, se pueden sumar sólo para seguir viviendo del presupuesto que, como dice una máxima priista, estar fuera de él, es vivir en el error.
Periodista y sociólogo. @viloja