Hacia el último trimestre del año algunos de los presidenciables podrían estar dejando sus puestos para enfilarse en la carrera hacia la candidatura. Dentro de la 4T se perfilan tres contendientes: dos de ellos en una clara lógica de continuidad obradorista —Sheinbaum y Adán Augusto—, y un tercero que no es  el favorito de los morenistas ni del presidente. Empecemos por este último:

Ebrard. Es probablemente el político más experimentado de los tres. Su eficiencia ha sido puesta a prueba más de una vez, con resultados concretos. Tiene una amplia red de aliados políticos en varios partidos, lo que le permite sumar afuera, aunque eso puede restarle dentro. Es el candidato con menos rechazo entre los antiobradoristas, y el que podría gozar de más simpatía en una clase media desencantada con López Obrador. Sería un perfil conveniente en un contexto en el que crezca el rechazo a AMLO y se necesite apelar al centro político. Le resta el no ser querido por los más duros de Morena. El tema de la Línea 12 podría perseguirlo. Tiene un lado oscuro y entre sus colaboradores no han faltado los involucrados en presuntos casos de corrupción. Algunos fueron apartados, pero otros siguen dentro, como el subsecretario para América Latina, Max Reyes. La posibilidad de una alianza con Monreal desalienta.

Sheinbaum. Es la candidata favorita de quienes nos situamos a la izquierda y nos gustan las definiciones ideológicas. Ha demostrado ser una buena gestora pública y jefa de gobierno. No es una política de tierra, tiene poco trabajo en el territorio y no es suficientemente conocida fuera de la Ciudad de México. A varios nos preocupa su cercanía a Julio Scherer. Es sabido que tiene una histórica gratitud hacia él y siente que le debe algo, aunque no es claro qué postura tomará ahora que la reputación del exconsejero está en entredicho. Desde que dejó el gobierno, Scherer se ha dedicado a circular entre hombres de negocios para mostrarse muy cercano a ella. Hay versiones de que recauda fondos y algunos empresarios cuentan que ya los consultó para integrar una lista de eventuales donantes. Claudia tiene hoy entre sus estrategas de comunicación a Alfonso Brito, un hombre de Hugo Scherer, ese estratega político y primo de Julio a quien el presidente pidió  apartar por el papel que jugó en la última elección.

Adán Augusto. Es el hombre de más confianza del presidente. No es precisamente un político carismático, pero le ayuda el ser el alter ego de López Obrador, algo que en una campaña podría ser  explotado. Nadie como él encarna el alma tabasqueña, incluso la manera de hablar del presidente. Con todo, Adán Augusto es más sofisticado, tanto en su formación académica como en su habilidad política. Es un gran operador político: como AMLO aunque sin su rijosidad. Se trata de un perfil estimado dentro y fuera de la 4T. Podría ser el  tercero en discordia.

Además de estos tres, AMLO probablemente tiene un as bajo la manga por si las cosas se complican. Un nombre que no se ha barajado hasta ahora, pero ha probado ser eficiente y confiable. Alguien como Zoé Robledo, por ejemplo.

Fe de erratas:

En mi columna del 13 de febrero me referí a Bernardo Fernández como el “yerno de Julio Scherer”, basado en testimonios e información publicada en ese sentido. En realidad se trata de un amigo muy cercano de la familia. Todo lo demás es válido.

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