Los toros siempre dan de qué hablar, este fin de semana desafortunadamente una nueva cornada dio la nota en la corrida de la Plaza México, y es que, aunque no nos guste, fue lo que más llamó la atención.

Con media plaza, regresó Alejandro Talavante a torear en la capital, mostrando más solera y quietud, con la madurez que lo caracteriza, logró buenos momentos en su lote, mismo que le hizo “merecedor” de una oreja, de resaltar que, el torero español parece que va tomando un segundo aire, que bien le hacía falta, ya que el temple y la formación la tiene, con este resultado seguro seguirá su campaña en México por diversas plazas del país.

Por otro lado, vimos al queretano Octavio García El Payo que, a decir verdad, comienza a pasarse el tren del triunfo, tal vez requiera un espacio en su vida torero para regresar con nuevos bríos como otros toreros. Los espacios en las carreras no son malos, por el contrario, traen enseñanzas y nuevas cosas por mostrar. Si bien, el ganado de Villa Carmela no dio juego en sus tres toros, no basta la voluntad para hacerles algo, recuerdo a toreros que, a pesar de toros malos, ellos sacaban faenas de donde no las había.

Vamos, no espero que no se tome a mal lo que acabo de escribir, por el contrario que se analice y sobre todo se tome la mejor decisión, ya escribía en mi X, que, si a Hilda Tenorio le pidieron el retiro, al queretano no le caería mal darse un tiempo. En fin, Payo dio pinceladas de buen toreo y sobre todo lo que se le reconoce es que sigue estando ahí.

Entremos a la reflexión mayor de esta colaboración, Héctor Gutiérrez, un torero joven que cuando mejor estaba con la muleta se vino esa cornada que lo hizo llorar de impotencia, no por lo que había sucedido, sino que, por no seguir, que no le diera el cuerpo para terminar la faena que ponía de cabeza a la plaza, pisando fuerte.

Si bien, el toro le dio dos avisos antes del incidente, Héctor expuso y le puso corazón, ganas e ímpetu.

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