En el corazón de la Sierra Gorda hay un pueblito que por muchos años ha sido referencia para el turismo, ofreciendo un clima caluroso, casi playero, pero también brindando paisajes hermosos con sus manantiales cristalinos llenos de vida y con habitantes siempre amables, atentos, serviciales. Ahí, hace un año, en ese lugar risueño que lleva por nombre Concá, por dos noches seguidas oscuras, con olor a muerte, llenas de afonía, únicamente rompía aquel silencio sepulcral un llanto, el gemido de un pequeño de tan sólo diez meses de edad, quien yacía sobre el charco de sangre de su madre. Por dos noches permaneció ahí a su lado, pasando hambre, calor por el día y un inmenso frío por la noche, recostado en instantes sobre aquel cuerpo sin vida que debido al clima de la región entró en descomposición de manera casi instantánea. Dos días de impotencia para el pequeño al no saber lo acontecido y no tener ya las caricias, la mirada y la voz tierna y amorosa de su madre.

Este feminicidio sigue impune, encarpetado y guardado en las oficinas de la PGJ. Sí, justamente ahí, donde se debería de impartir justicia mientras los culpables se pasean libres sin el mayor remordimiento. Ella tenía un nombre: Carmen Camacho. Tenía ilusiones, sueños y una vida por delante para vivirla con su pequeño hijo; sin embargo, para las autoridades es sólo una más, una cifra, una estadística, un caso aislado. Ha pasado un año y las investigaciones siguen detenidas, a pesar de que en Concá es un secreto a voces la identidad de los culpables. Un año y aun con las reiteradas manifestaciones que se han organizado para exigir justicia, el gobernador Francisco Domínguez Servién sigue sin dar la cara, sin mostrar ni la más mínima condolencia al saber que allá en la lejana Sierra Gorda hay un niño de dos años al cual de manera brutal le arrebataron a la única familia que tenía. Un año y las autoridades aspiran a que el olvido sea la mejor sentencia y medicina para el caso.

Se han negado e incluso opuesto a la realidad de que en Querétaro urge que se active la alerta de género, las mujeres en el estado no nos morimos, nos están matando. El caso de Carmen no fue un suicidio, ni un homicidio, fue feminicidio. Un feminicidio por los signos de violencia que presentaba la escena de crimen, un feminicidio por las circunstancias y las características de sus asesinos. Resulta curiosa la lentitud del sistema de impartición de justicia. Hace poco, todos supimos del caso de Yoselin Arenas, ahí el gobernador, el procurador y los demás miembros de la PGJ sí se pusieron a hacer su trabajo y de manera inmediata dieron con el culpable de este feminicidio, sí, feminicidio, aunque las autoridades no lo quisieran catalogar como tal. ¿Por qué ahí sí hicieron lo que les corresponde? ¿Por qué en ese específico caso el gobernador prestó atención y giró órdenes para acelerar el proceso? ¿Para este caso cuántos años más van a pasar sin que se haga justicia? Es lamentable e indignante que en este país, para tener acceso a la justicia, se necesite no ser del pueblo, tener dinero, ser de cierta clase social, contar con una familia influyente o con buenas “palancas”.

Esa es la realidad. Carmen era una joven serrana más, vivía como vive mucha de nuestra gente en la sierra, con un salario raquítico, con falta de empleo y de oportunidades, en medio de una sociedad con un rezago social imperante, viviendo las carencias día a día, olvidada por las autoridades que sólo voltean a ver a la sierra en tiempos electorales. Sin embargo, se equivocan cuando piensan que por no tener las mismas facilidades, ventajas y oportunidades de otras personas para obtener justicia el caso se quedará silenciado. Se equivocan cuando piensan que la voz para exigir justicia murió con Carmen, porque afortunadamente aún existen ciudadanas y ciudadanos conscientes, como la maestra Ofelia del Castillo, que están dispuestos a seguir en pie de lucha, a no retroceder ni un paso, a no dudar ni un poco en su afán de conseguir algo que es un derecho e irónicamente una utopía para muchos: aquel ideal llamado justicia.

Seguiremos organizando marchas, conferencias, manifestaciones y toda acción que sea necesaria, en la capital del estado o en la Ciudad de México, para que les quede bien claro que no habrá ni olvido, ni perdón, ni reconciliación sin antes justicia.

Oradora Nacional. Premio Estatalde la Juventud Querétaro 2013. @MadalyrmDavila

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