En 1985, la escritora Margaret Atwood publicó su libro El Cuento de la Criada. Esa distopía, de un mundo sin derechos, nos transporta a un país de occidente, tal vez Estados Unidos, donde tras un conflicto político y frente a la indiferencia internacional, se impone una teocracia fundamentalista, en la que las mujeres no tienen ningún tipo de derechos, las personas homosexuales son ejecutadas e impera el racismo.

En este mundo, las mujeres esclavas, destinadas a la maternidad a través de ritos religiosos de violación, caminan cubiertas de los pies a la cabeza con capas rojas y bonetes blancos, agachadas y en pares. Las niñas son educadas, para ser esposas obedientes de hombres mucho mayores que ellas. Es un mundo sin letras porque las mujeres tienen prohibido leer y donde imperan los castigos físicos y la violencia.

Cuando leí el libro, hace cerca de treinta años, no podía concebir un mundo así. Me parecía la peor de las pesadillas, sobre todo cuando la lucha feminista había logrado grandes avances.

Hoy veo con terror que la visión de Atwood se ha vuelto casi profética. Después de su publicación, se impuso en Afganistán el movimiento Talibán. Tras su llegada las mujeres y niñas perdieron sus derechos. En otras partes de medio oriente el Estado Islámico cobra fuerza y en Pakistán una joven llamada Malala es herida de muerte por querer estudiar.

En Europa, candidatos que se oponen a la migración y defienden la supremacía blanca, ganan escaños en el Parlamento Europeo y poco a poco se hacen de gobiernos como el de Italia.

En América, Bolsonaro y Trump llegan a gobernar dos de las economías más grandes de nuestro continente. La Corte Suprema de Estados Unidos revierte el derecho de las mujeres a decidir libremente su maternidad, juzga la legalidad de los matrimonios de personas del mismo sexo e imprimen en sus sentencias las convicciones religiosas de una minoría a la mayoría de los habitantes de esas tierras.

En México se dispara la violencia contra las mujeres, niñas de diez años son forzadas a ser madres, violadores ocupan escaños y el Presidente elimina los subsidios para guarderías y escuelas de tiempo completo. Cierran refugios, se recorta el presupuesto a los programas de igualdad y el Ejecutivo declara enemigas de su gobierno a las mujeres feministas.

Ayer, el Congreso de Indonesia aprobó una ley que castiga las relaciones sexuales fuera del matrimonio y en Irán el gobierno ejecutó a un hombre condenado a muerte por protestar el asesinato de una joven que cubría incorrectamente su cabeza.

En Qatar miles de trabajadores, en condiciones de esclavitud, construyeron enormes estadios para que ese país fuera anfitrión del Mundial de Fútbol. Y mientras se juegan los partidos y ante la indiferencia internacional, las mujeres catarís viven violencias inimaginables y las personas homosexuales temen por sus vidas.

En mi nueva pesadilla, la distopía de Margaret Atwood se acerca cada vez más a nuestra realidad.

Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas. Twitter: @mcruzocampo Fb: maricruz.ocampo

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