En la ENES Juriquilla de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Querétaro, se imparten nueve licenciaturas, y el 80% de nuestra matrícula son estudiantes que provienen de diferentes estados del país. También una parte importante de la planta docente venimos “de fuera”: somos investigadores que migramos a la ciudad para contribuir en la enseñanza y en la generación de conocimiento en diferentes disciplinas; dos aspectos indispensables para el desarrollo económico y regional.

La UNAM les cobra a sus alumnos solo 25 centavos anuales de inscripción, una política que subraya su compromiso con la educación accesible para todos. Sin embargo, aunque algunas familias logran sostener que sus hijos vengan a estudiar y vivir en Querétaro, otros enfrentan muchas dificultades, especialmente cuando tienen que buscar dónde vivir debido al alto costo de las rentas en la ciudad.

El último estudio “Worldwide Cost of Living 2023” de la revista The Economist identificó a Santiago de Querétaro como una de las ciudades en América Latina con los costos de vida más altos, solo superada por Ciudad de México. Querétaro, junto con Aguascalientes y San José (Costa Rica), son las ciudades que más han ascendido en este ranking, impactadas por una apreciación de las monedas de sus países frente al dólar, así como por la inversión extranjera directa, particularmente en México. El indicador que presenta Querétaro es equiparable al de ciudades como Berlín y Miami, y superior a Osaka y Montreal, mostrando un salto significativo del cuarto lugar en 2021 al segundo en 2023.

Querétaro se ha vuelto una ciudad muy cara no sólo por la atracción de inversiones y la fortaleza del peso, sino también por los incrementos en los valores del suelo y de las rentas debido a la especulación en el sector inmobiliario. Las agencias de bienes raíces estiman que el precio promedio de renta de departamentos es de $12,500 pesos mensuales, aunque estos precios pueden alcanzar hasta los $40,000 pesos, dependiendo de las características del inmueble y de su ubicación. Este rango de precios contribuye significativamente al alto costo de vida en la ciudad.

La especulación del suelo, exacerbada por una planificación urbana deficiente y acuerdos con grupos de interés, ha tenido un impacto significativo en el mercado inmobiliario, impulsando los precios a niveles inaccesibles para una gran parte de la población. Este fenómeno no solo limita las opciones de vivienda para residentes de ingresos bajos y medios, sino que también pone en riesgo la diversidad y la inclusividad de la comunidad urbana. La falta de intervención efectiva por parte de las autoridades locales para regular el mercado y promover políticas de vivienda asequible ha permitido que este ciclo de especulación y aumento de costos continúe sin restricciones.

Frente a este panorama se han propuesto diversas estrategias para hacer de Querétaro una ciudad más accesible para quienes vivimos aquí. Estas incluyen la implementación de políticas públicas enfocadas en regular el mercado inmobiliario para frenar la especulación del suelo, incrementar la oferta de vivienda asequible, especialmente para los estudiantes y trabajadores de bajos ingresos, y mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en los procesos de urbanización y construcción. Además, es crucial que se promueva una planificación urbana que considere el acceso equitativo a servicios y la conectividad, evitar la expansión descontrolada y favorecer un desarrollo más sostenible e integrado.

Sale caro vivir en Querétaro, pero el precio que pagamos va más allá de las cifras económicas; afecta el tejido social, cultural y educativo de la ciudad. La escalada de los costos de vivienda no es solo un desafío para quienes buscan un hogar, sino que representa una barrera que limita la diversidad y riqueza de una comunidad que se enorgullece de su crecimiento y su historia. La especulación inmobiliaria y la falta de vivienda asequible no solo excluyen a los menos afortunados económicamente, sino que también desafían la promesa de igualdad y oportunidad que toda sociedad democrática debe ofrecer. Cuando los maestros, los estudiantes, los trabajadores y las familias luchan por mantenerse en una ciudad que contribuyen a enriquecer, se cuestiona el modelo de desarrollo que estamos siguiendo.

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