“Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud”.
José Ingenieros
Pese a los avances regionales en términos de género, todavía persisten importantes desigualdades, reconoció el jueves 5 de octubre en La Habana, Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al inaugurar la 56ª. Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe. La experta de la ONU también condenó el impacto de la pobreza, la persistencia de la violencia patriarcal y fenómenos como el feminicidio, que agudizan la situación de vulnerabilidad de numerosas latinoamericanas y caribeñas.
Las estadísticas del Inegi en México citan 427 mil 968 homicidios entre 1990 y 2016, mientras que el Sistema Nacional de Seguridad Pública añade 16 mil 152 homicidios dolosos entre enero y julio de este año. Se dice fácil, pero son 444 mil 120 mexicanos admitidos oficialmente como víctimas de la violencia desde entonces. El Estado de México es la entidad con el mayor número de feminicidios, pero la realidad es que la muerte de mujeres se ha incrementado en todo el país desde que el Estado mexicano, con Felipe Calderón, decidió responder con más violencia a la violencia.
Prevalece en México una situación de desigualdad económica y en el acceso a las oportunidades laborales, por ejemplo, la tercera tasa de empleo femenino más baja de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, es para nuestro país, sólo después de Turquía y Grecia. Solo 45 de cada 100 mujeres que pertenecen a la población económicamente activa (PEA) están empleadas.
El 4 de Octubre de este año, la OCDE publicó el informe La Lucha por la Equidad de Género: Una Batalla Cuesta Arriba, en el que destacó que “las brechas de género tienden a aumentar durante los años de formación de la familia, ya que la maternidad tiene efectos negativos sobre la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, su remuneración y su progresión profesional. Esto ocurre sobre todo cuando la oferta de servicios públicos de calidad para el cuidado infantil no cubre la demanda, como es el caso en México”.
Los jóvenes mexicanos (hombres y mujeres) tienen un nivel de educación similar, sin embargo, México sigue teniendo una de las mayores brechas de empleo por género en la OCDE, con consecuencias negativas para el crecimiento económico, ya que algunas mujeres tienen trabajos informales con poca protección social, alta inseguridad y bajos salarios. Las horas dedicadas al trabajo no remunerado restringen el tiempo que podrían destinar a las labores propias de la maternidad.
La cultura de largas jornadas laborales dificulta que madres y padres concilien el trabajo remunerado con la vida familiar. Las mujeres siguen sufriendo elevadas tasas de violencia en el hogar y en el espacio público, y el acceso a la justicia continúa siendo desigual.
Por lo que podemos concluir con Alexander Graham Bell: “A veces miramos demasiado tiempo a la puerta que se cierra, que vemos demasiado tarde la que está abierta”.
Desde luego, amigo lector, usted tiene una mejor opinión.