Hijo, siempre te veo que andas muy solito, ¿no tienes amigos?

—Sí, uno, pero él es normal.

—Responde con la cabeza: ¿Respiras?, ¿duermes?, ¿te bañas?, ¿te crece el cabello?, ¿te lo cortas? Ok, no te lo cortas, pero sí te lo peinas y te cortas las uñas. Esas son las cosas que hace la gente normal. Si tú las haces, entonces también eres normal.

—Sí, las hago, pero… no me siento
 normal.

—¿Tienes las orejas en las plantas de los pies?, ¿te alimentas de piedras?, ¿tienes tres corazones y cuatro pulmones? Alguna de esas características te haría anormal. ¿Tienes algo de eso?
No, no tengo nada de todo eso.

—Entonces, no eres anormal.

—Pero la gente dice que no es normal que a un hombre le guste otro hombre.

—¿Te acuerdas que cuando eras niño jugábamos a “La víbora de la mar”? Y al final, cuando te atrapaban, ¿qué pasaba?

—Pues tenía que irme con melón o con sandía.
Y, según tú, la gente “normal”, ¿con qué fruta se iría?

—Pues no sé…

—¡No importa cuál de las dos! Lo importante es que elijas. Y la vida es igual que ese juego: escoges entre melón o sandía y no pasa nada. La vida sigue, solo que ahora tú ya eres feliz, porque elegiste lo que en verdad te gusta. Y en este mundo, nadie tiene derecho de cuestionar o rechazar tu elección, y sí la obligación de respetarla ¡y sanseacabó!

—Entonces, ¿no es anormal que me sienta atraído hacia otros chavos?

—¿Es anormal que el agua moje? ¿Es anormal que el sol dé calor? ¿Es anormal que el viento sople? ¿Es anormal que la luna brille?

—No, no, nada de todo eso es anormal.

—¡Claro que no! Porque esa es su naturaleza. Así nacieron, así fueron creados, así han sido, son y serán; y siempre proporcionarán felicidad. Por lo tanto, tampoco es anormal que te sientas atraído por otro chavo, o que una chava se sienta atraída hacia otra chava.

—Abuelito, entonces ¿por qué la gente no nos quiere?

—Eso no es verdad. La gente que nos conoce, nos quiere. ¿O tú sientes que
 alguien no te quiere por ser como eres?

—Solamente tú sabes qué onda conmigo.

—Y crees que si supieran “qué onda contigo”, ¿la gente dejaría de quererte? O en el caso de tu amigo, ¿dejaría de serlo?

—No lo sé, pero me da miedo que lo sepa y me rechace.

—Si en verdad es tu amigo, ya lo sabe. Y si no, cuando lo sepa te aceptará, y en caso de que te llegara a rechazar, quiere decir que en realidad nunca lo fue.

—Tendríamos que hacer que nos conociera más gente… Abuelito, ¡ya entendí! ¡Para eso son las marchas!

—Entre otras cosas sí. Es importante visibilizarnos, que la sociedad vea que no somos monstruos, y sí personas. Que nos perciban locos y gritones, pero al final felices de ser quiénes somos y cómo somos, además de pelear por obtener nuestros derechos como ciudadanos.

—Entonces, ¿qué debo hacer para que cuando se enteren que soy “así”, no me rechacen?

—Primero, no temerle a las palabras. No eres “así”. Eres gay u homosexual, y seguir jugando a “La víbora de la mar”, ser de los de adelante y correr mucho, para no quedarte atrás. Y en el momento en que te atrapen, puedas elegir con toda
 seguridad.

—Y, ¿cómo estar seguro de que mi elección fue la adecuada?

—Mirando dentro de ti, sintiendo que cada vez que haces algo o eliges a alguien, en verdad te agrada y te sientes bien, te sientes en paz. Y buscando dentro de ti, las armas con las que vas a luchar y a vencer, cuando defiendas lo que amas.

—Por cierto, ¿con quién te ibas?, ¿con melón o con sandía?

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