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Una manda, su primera caminata a La Villa

Román Bolaños es el presidente de la asociación de Peregrinos de Querétaro al Tepeyac

Foto: Rocío G. Benítez
28/07/2025 |09:54
Rocío G. Benítez
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“Te tienes que ir a México caminando”, le dijo a Román su madre, para cumplir con la manda que ella prometió, luego de que el joven se recuperó de una fractura expuesta de fémur. Así fue como Román Bolaños González vivió, casi obligado, su primera experiencia como peregrino.

Actualmente, el médico de profesión no sólo es un ferviente peregrino, es el presidente de la asociación de Peregrinos de Querétaro al Tepeyac que llegaron a la Basílica de Guadalupe ayer.

Román pertenece al decanato de San Pedro Apóstol, en el municipio de El Marqués; es originario de La Griega, pero la mayor cantidad de años caminando lo ha hecho con el grupo de Jesús María, donde reside.

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Son en total 20 años los que suma como peregrino, porque no cuenta los años de la pandemia, aunque espiritualmente sí hizo el peregrinaje, y es que explica que la peregrinación no sólo es un momento del año, es un ejercicio espiritual de todo el año.

“Yo era un peregrino común, porque creía que la peregrinación se llevaba a cabo nada más como una actividad al año y no, realmente es algo de los 365 días”, platica en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.

Su historia como peregrino comienza por una manda que prometió su madre.

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“Justamente, si alguna vez recuerdo que me haya peleado con ella, fue en esa ocasión, porque yo me fracturé el fémur, una fractura expuesta que requirió una cirugía tardada y la rehabilitación de tres meses para volver a caminar. Y un buen día, de repente, mi madre me dice: ‘tienes que ir a México caminando’”. Lloró, le reclamó y esa noche ni siquiera logró dormir, porque para él era imposible caminar luego de su fractura, además de que el camino era largo. “Si cuando habíamos ido en camión se me hacía muy pesado y muy lejos”. Pero la manda se tenía que cumplir.

“Me fui, ella me encargó con un señor que ahorita ya falleció. Yo viví la peregrinación siendo a lo mejor un niño, adolescente, que no visualizas las cosas muy bien, pero físicamente yo estaba apto y no me cansé”, relata.

Pero su caminar se vio interrumpido al ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro.

“En el primer año de la carrera me lancé a la peregrinación y tuve problemas administrativos y académicos, y corté mi peregrinación; luego como que te acostumbras a no ir, pero siempre decía: ‘algún día regresaré, algún día’. Y me llegó la invitación, que fue también como un reto, mi vecino me dijo: ‘¿por qué no vamos a la peregrinación?’ Y le dije, ‘pues vámonos’. Pero me llegaron las dudas, ¿estaré apto todavía para caminar, 20 años después? Y dije, ‘nada más voy a caminar de Jesús María a Pedro Escobedo y ya me regreso’, y sí, sí caminé ese trayecto y me regresé, pero me regresé por mis maletas ya para cubrir todo el camino”.

Román dice que antes le huía a rezar el Santo Rosario, “hoy te puedo decir que mi Rosario es fundamental en mi vida”.

Sin descuidar su labor como médico, porque con tiempo avisa a sus pacientes que se irá a peregrinar, Román se entrega por completo a vivir su experiencia guadalupana en su camino rumbo al Tepeyac.

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