Actividades tan sencillas como ir al baño o subir a un autobús, para las personas de talla baja representan un reto; por ello, para conmemorar el Día Mundial y Estatal de las Personas de Talla Baja, realizaron un rally con el objetivo de que las personas de talla estándar experimenten esas dificultades.

Laura Alma Casados Mata mira con algo de estrés el camión que se lleva los muebles y los artículos con los cuales llevaron a cabo la jornada de sensibilización de este 25 de octubre: señala que hicieron un rally vivencial para que la gente pudiera conocer el día a día de las personas de talla baja.

“Fueron cuatro estaciones. La primera, por ejemplo, fue amarrarles los pies para que pudieran ver que los pasos son complicados para nosotros, pues un paso de una persona con estatura promedio equivale a dos o tres nuestros. En cuanto al asunto de ir al baños, tuvieron que hacerlo hincados, e igual al lavarse las manos. Se trata de hacer conciencia: no sólo es que estemos chiquitos, sino que hay más limitantes”.

A Laura la acompañan otras personas de talla baja que estuvieron en el rally, donde la comunidad universitaria pudo conocer de primera mano los problemas que viven diariamente.

Montserrat Landa, sicóloga, forma parte del programa de Inclusión y Equidad Educativa del área de Área de Planeación de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), y dice que eventos como éste sirven para crear conciencia sobre las dificultades que enfrentan las personas de talla baja. Ella fue maestra de Laura, quien también es sicóloga y trabaja en el área de Deporte Adaptado en el Parque Querétaro 2000.

Durante la mañana, la Facultad de Psicología de la UAQ fue el escenario de esta dinámica.

También hubo actividades físicas que sirvieron para ejercitarse y mover los músculos, pero lo importante fue crear conciencia.

Montserrat explica que “conmemorando el Día Internacional y Estatal de las Personas con Talla Baja se celebra el reconocimiento a la discapacidad física, pero sobre todo a la condición de las personas con talla baja”.

Laura subraya que hasta las actividades más sencillas se pueden complicar para ellos, debido a que todo el equipamiento urbano está hecho para personas con estatura promedio.

Tener acceso a un cajero automático o a una butaca de cine es realmente un reto para quienes son de talla baja.

Montserrat muestra como ejemplo unas escaleras en la Facultad de Psicología: para una persona de estatura promedio, dice, ya es complicado, pues en cada escalón hay que dar dos pasos, pero para una persona de talla baja lo es más, ya que son cuatro o cinco pasos por escalón.

Dentro del campus, apunta, las bancas no tienen los apoyos para que suban; señaló también los centros de cómputo, que no tienen las sillas especiales o que están muy altos. Hay muchas escaleras y lavabos bastante altos en los baños.

“Lo que se busca de las personas con discapacidad es que sean independientes y autónomas; sin embargo, las cuestiones arquitectónicas las limitan para esa independencia y esa autonomía, porque tienen que pedir ayuda para poder realizarlas”, asevera.

Laura, mujer joven, de piel blanca y cabello largo y negro, dice que el principal reto que enfrentan es con ellos mismos, debido a que si no se aceptan, si no valoran lo que tienen, menos lo hará la gente “de afuera”.

“El reto más grande es con nosotros. Posteriormente debemos acostumbrarnos a las miradas, a las burlas o al rechazo, que es algo que jamás vamos a poder quitar. Entonces, nosotros somos los que tenemos que trabajar en esa parte y manejarlo de la mejor manera”, enfatiza Laura.

Agrega que actividades como las que se hicieron el viernes crean conciencia en la sociedad y subrayan la necesidad de visibilizar a las personas de talla baja, que se pongan en sus zapatos y que vean que no es sencillo.

Jorge Luis Villegas Lira, también de talla baja, dice que prácticamente todo hace falta para las personas de talla baja. Incluso en los nuevos camiones, que se suponen son incluyentes, los asientos y los escalones son muy altos para estas personas.

“A nivel laboral, en muchas industrias, todo está a una talla promedio, y en algunos casos, como las empresas son extranjeras, vienen al nivel de ellos, que son un poco más altos”, precisa.

Otro problema es el acceso a los empleos, pues muchas ocasiones se los niegan, por lo mismo de que las máquinas están muy altas. “Podríamos hacer las operaciones si nos pusieran una tarima, que no es mucho, pero desde que nos ven dicen que no se puede aunque les hemos demostrado que sí podemos”, agrega.

Otro problema es que a pesar de estar capacitadas, las personas de talla baja no encuentran empleo en su área de trabajo. Monserrat recuerda el caso de una joven ingeniera en Sistemas que tiene que trabajar en otra cosa porque no le dan empleo debido a su estatura. “La limitante ideológica [de la sociedad], más que la física, es la que la limita”, opina Monserrat.

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