El Museo Itinerante de la Selección mexicana de futbol, en Querétaro, es un espacio en donde los fanáticos tienen la oportunidad de estar cerca de las 10 copas oro que ha ganado el equipo nacional.

Tienen la oportunidad de conocer los trofeos que se ganaron en el campeonato del mundo Sub 17, la Copa Confederaciones y la medalla de oro obtenida en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, galardón de la victoria más emblemática para el representativo nacional.

Este museo móvil cuenta con una sala de cabinas de audio, con una pantalla que muestra los más memorables goles, desde el “más bonito de la historia”, hasta el gol de Giovani Dos Santos en el partido contra Estados Unidos; o la anotación contra Islandia en el minuto 37, mismo que nos hace recordar que cuando quiere, Marco Fabián es de lo mejor que ha tenido la selección.

El museo abre sus puertas de lunes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas.

Una sala llena de trofeos, con pantallas que recuerdan cada uno de los goles con los que fueron conseguidas victorias, para tomarte la foto y sentirte Héctor Moreno.

En este lugar hay historia y hay ilusión. La tecnología se apodera del museo y a través de realidad virtual el visitante puede conocer las estadísticas, datos personales y deportivos de 180 jugadores que han portado la camiseta nacional, la verde o la de mil colores como Jorge Campos.

La tecnología permite observar un tiro de esquina, conocer el arco que ha defendido Memo Ochoa o la misma Tota Carbajal, subir al graderío y desde ahí gritar a todo pulmón un gol.

“Nos ha ido bien y creo que Querétaro es una de las ciudades más futboleras y es por eso que el museo quiso viajar a Querétaro y que fuera la primera ciudad que visite. Iremos a otras, pero Querétaro es nuestra primera casa. Es algo padre porque el abuelo quiere ver la playera del Coco Gómez cuando el mundial de 1930, el papá se interesa en la de Manuel Negrete del 86, pero el nieto quiere ver la del Chuky Lozano de 2018. Es un idioma que pueden hablar todas las generaciones”, mencionó Rodrigo Renovales Madrid, productor del museo.

Riqueza histórica

Un elemento que no puede faltar en esta colección son las camisetas. Se pueden encontrar piezas desde la que se utilizó en el primer mundial y que las madres de los futbolistas bordaban para los seleccionados, desde los años treinta, las cuales más que camisetas eran camisas tipo polo para jugar, hasta las prendas elaboradas con la más alta tecnología de Rusia 2018, que además de tela, las camisetas dejan ver el atlético cuerpo de los jugadores actuales, muy diferentes al de los tiempos de Manuel Negrete.

El futbol no solamente es un deporte, es un fenómeno social y la selección mexicana hoy puede ser considerada como cultura general; por ello este museo es para todos, hasta para los que no les gusta el futbol.

“Ha venido gente que al papá le gusta el futbol y a la mamá no, pero de repente ves a la mamá medía hora viendo las playeras, los colores que son llamativos, la tecnología, por lo que creo que a la gente que no es amante del futbol puede disfrutar de otro tipo de cosas aquí dentro del museo”, mencionó Renovales Madrid.

El museo tiene capacidad para 700 personas y se espera que 150 mil personas lo visiten. El costo de entrada es simbólico, 20 pesos, 100 pesos menos que durante su exposición en la Ciudad de México.

El recorrido comienza con una hilera de balones, desde el que se utilizó en Uruguay 1930 hasta el último que fue toda una sensación en Rusia 2018, 21 esféricos originales que también son parte de la historia, y el recorrido termina con un réplica de un vestidor, con las camisetas de los jugadores actuales, muchos de ellos convertidos en leyendas.

Euforia nacional

La selección mexicana de futbol es hoy el equipo deportivo más importante de nuestro país. No importa si es en fecha FIFA o duelos amistosos en Estados Unidos, este equipo hace que los paisanos se sientan más cerca de tierra azteca, aunque jueguen en California o Texas.

Cierto es que el futbol es un deporte que se ha convertido en un espectáculo que ha resultado un gran negocio, o al menos para la Federación Mexicana de Futbol y la Soccer United Marketing (SUM), quienes tienen un convenio en el cual está estipulado que nuestra selección juegue al menos cinco partidos al año en Estados Unidos y que la ganancia por juego ascienda a los 2 millones de dólares.

Pero, como dijo Diego Armando Maradona: “La pelota no se mancha”, y ese es el espíritu que ha prevalecido entre los millones de aficionados.

Por eso, al visitar este museo se recuerda el tradicional grito: “¡Viva México!” El grito de alivio cada vez que necesitamos recordar el lugar al que pertenecemos, nos hace sentirnos en casa, aunque estemos a kilómetros de ella.

Un símbolo de pertenencia, una frase que toma más fuerza si se grita desde una copa mundial de futbol.

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