Un oficio aprendido instintivamente hace 30 años se convirtió en la forma de vida de Dimas Juárez Vega, artesano de la madera ubicado a orilla de la carretera en el municipio de Apaseo el Alto, en el estado de Guanajuato.

Este municipio es conocido a nivel regional por la variedad de artesanos y calidad de los trabajos que realiza cada uno de ellos sobre la madera; desde lo más sencillo como un tecolote o caballos, hasta vírgenes o cualquier figura tallados en piezas completas de árboles.

Dimas disfruta tanto de su trabajo que no piensa en jubilarse, esto a pesar de que hace dos años sufrió una fuerte caída que le afectó el pulmón y los médicos le dijeron que no trabajara tanto, pero comentó que si no hace eso no le gustaría solo sentarse a ver la vida pasar.

“No pienso jubilarme, me caí, me dijeron que no trabaje tanto, ¿ahora qué voy a hacer si mi gusto es trabajar?, ¿qué voy a hacer sentado nada más viendo?, hay gente que espera a que llegue cierta edad para no hacer nada. Gracias a Dios que uno puede ir y venir y hacer lo que uno quiera, el día que ya no pueda trabajar será más triste”, expresa al tiempo de soltar una risa.

Inicios: aprender a trabajar la madera 

A finales de los años 60, Dimas decidió regresar de la Ciudad de México a Apaseo y compró la casa donde todavía habita y también es su taller.

Tiempo después de haberse establecido, un conocido le dijo que si le cambiaba una grabadora por un caballo tallado en madera, a lo que aceptó.

“Traía una grabadora, me dijeron que se me la cambiaban por unos caballos tallados de madera; luego pasó un señor con rumbo a Querétaro y me compró media cabeza de caballo, le dije a ‘ver si me hacen otro’ a lo que el señor contestó ‘usted diga que usted la va a hacer’, me compró la cabeza completa pero me dejó la mitad, ya cuando regresó ya había vendido la parte mía, de ahí empecé a hacer esto”, explica.

Así fue como inició en el tallado de madera: empezó con caballos y después con tecolotes y con el tiempo fue agarrando mayor experiencia, ahora su trabajo atrae a quienes pasan por la carretera y ven sus piezas.

“El día que ya no pueda trabajar será el más triste”
“El día que ya no pueda trabajar será el más triste”

Recuerda aquella época cuando vendía hasta 10 mil pesos por día, mientras que hoy si bien le va llega a mil pesos, situación que no le molesta, incluso lo cuenta riendo.

Dimas relaciona que el declive de ventas fue a raíz de la caída de las Torres Gemelas de Estados Unidos, ya que los clientes del país vecino dejaron de hacer pedidos a México.

En su época dorada, el artesano tenía hasta 30 trabajadores y llegaban clientes con tráilers que él llenaba con la mercancía que quisiera.

“Se hacía dinero antes, había muchachos que les empecé a dar crédito por 50 mil pesos con un camioncito, luego con un torton, y así hicieron su casa, pronto como en tres años, se llevaban la mercancía; iban vendiendo en las tiendas en carretera y regresaban a los 15 días para que volviera a llenar el tráiler, nos iba bien a todos”.

El hombre asegura que después de esa etapa sólo se quedó con el 20% de sus clientes, que son mexicanos, también viaja a Monterrey, Culiacán y Estado de México a instalar puertas y cocinas rústicas.

“Ahora son los que nos mantienen, los que van de paso también, en aquel tiempo se movía mucho dinero, yo vendía como unos 10 mil pesos diarios, ahora si vendo mil es mucho, porque pasan tres o cuatro días para que venda”, recalca.

Pandemia y delincuencia en Guanajuato 

Para Dimas la contingencia sanitaria por Covid-19 no le generó impacto alguno a sus ventas, ya que sus clientes le siguieron encargando trabajos, más lo poco que se vende de la gente de paso y de nuevos clientes recomendados.

En cuanto a la delincuencia que se vive en esa zona, asegura que tampoco ha sido acosado ni él ni sus clientes, por lo que ha seguido trabajando igual que siempre, sin invonvenientes.

“Yo puedo decir a mí nunca me ha afectado, nunca me han molestado, nuestra clientela por la baja economía, no le puedo echar la culpa que acosan a los clientes ni nada (…) con la pandemia siguió igual el negocio, son mis clientes de hace 20 años y así me van recomendando”, afirma el comerciante.

Precios de la madera

Los precios de las piezas artesanales más grandes que hace Dimas van desde los mil 500 pesos, que es el costo de una banca para dos personas, hasta 4 mil pesos para puertas antiguas o figuras talladas en árboles.

Para él, dar el precio que le parece justo por su trabajo es lo ideal, no le interesa cobrar más caro, además de aclarar bien las ideas cuando le hacen encargos específicos.

“El día que ya no pueda trabajar será el más triste”
“El día que ya no pueda trabajar será el más triste”

“La cosa es vivir la vida bonito, no es lo que ganes. Vino un matrimonio y me compró y me dijo no lo venda barato, a mí sí me pagan mi trabajo con eso, yo ya no ambiciono a hacer cosas, con que les dé escuela a mis hijos, con eso”, afirma.

La madera que él utiliza es de ranchos o alguna es traída de Michoacán, asegura que todos sus artículos son pesados “porque, como dijo el gringo: ‘no pesa, no es bueno’”.

Trabaja todos los días desde que sale el primer rayo de sol hasta que se oculta. Sólo dos de sus cinco hijos se dedican al mismo oficio que Dimas hará hasta que ya no pueda.

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