“Era un hombre dedicado a la gente, a llevar la palabra de Dios. Fue un hombre que se inyectó heroína gran parte de su vida, hasta que conoció el amor de Dios y se dedicó a dar amor”, narra con voz entrecortada, pues el dolor aún es grande, Flor Sibley Villela de la Rocha al recordar a su esposo, Francisco Rodarte Quintana, quien al fallecer donó sus órganos.

“Él era veterano de guerra, de Vietnam, con muchas historias de vida. Dedicado a dar amor. Era diabético. Tenía cerca de 30 años con la diabetes, por lo que fue deteriorando su cuerpo”, recuerda la mujer.

“Llegó de un viaje de Matamoros y me dijo ‘me siento mal, pero te espero para ir a comer’. Lo vi muy pálido, con los ojos morados. Le dije que fuéramos al doctor, pero quería ir primero al cine. Se quedó con ganas de ir porque fuimos al doctor.

“Le dieron tres infartos. En el último entró en un paro respiratorio y ya no despertó. Aquí, en el ISSSTE, falleció”, cuenta.

Dice que se conocieron en Chihuahua (Francisco era de Ciudad Juárez) en una iglesia cristiana. Se hicieron novios, se casaron y se mudaron a Querétaro por el clima agradable, radicaron en San Juan del Río.

Estuvieron casados 15 años. No tuvieron hijos juntos, aunque Flor sí tenía un bebé y Francisco fue su figura paterna. “Ahorita mi hijo vive en Canadá, pero hasta la fecha él sufre la pérdida de mi esposo”, agrega.

Antes que llamar a la ciudadanía, Flor hace un exhorto a las autoridades, porque en México no se cuenta con la cultura de la donación de órganos. Hay muy poca información.

“A mí cuando el doctor Juan Arreola me dijo del programa de donación no lo dudé en ningún momento, no lo dudé porque era un acto de amor. Nada más, era un acto de amor. No era consciente de la realidad de la donación. Yo le pediría a las autoridades que fuera un tema más difundido”, precisa.

Flor, al igual que los familiares de los otros donantes, siembran una planta en el Jardín de los héroes que donaron vida, junto a la cual se coloca una placa con las iniciales de quien trascendió y donó sus órganos tras su partida.

Este espacio se habilitó para recordar a los héroes y sus familiares que en un acto de amor decidieron dar una segunda oportunidad a alguien.

Además de sembrar la planta, las autoridades del ISSSTE entregan reconocimientos a los familiares de los donadores. Una a una, las familias pasan a recoger el reconocimiento y luego al jardín, donde ya las plantas están listas para ser sembradas.

Los recuerdos se remueven. Las lágrimas brotan de los ojos de los familiares al recordar a esposas, esposos, madres, padres, hijos, hermanos, que ya no están en este mundo, pero cuyo recuerdo y parte de ellos está vivo aún. Las lágrimas riegan las jóvenes plantas sembradas.

Flor Sibley Villela de la Rocha dice que Su esposo falleció en diciembre de 2022 , cuando le dijeron si quería donar órganos, dice, no dudó un segundo.

Empleada en una secundaria, Flor indica que su esposo era pastor. Comenta que cuando Francisco falleció no hubo duda de dar el consentimiento para que fuera donador. Su esposo murió a los 69 años de edad.

Autoridades del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) rindieron homenaje este 26 de septiembre, Día nacional de donación de órganos y tejidos con fines de trasplante, a hombres y mujeres que donaron órganos y a sus familiares que en ese momento de dolor decidieron dar una segunda oportunidad a alguien que lo necesitaba para vivir.

El director del hospital del ISSSTE en Querétaro, Salim Kuri Ayala, dice que México, al igual que otros países, enfrentan una escasez de órganos para trasplantes, por lo que fomentar la conciencia y la donación es crucial para salvar vidas.

“Este también es un momento para honrar a los donantes y sus familias, así como a los profesionales de la salud que trabajan incansablemente en el campo de los trasplantes. Cada donante es un héroe que brinda esperanza y una nueva oportunidad de vida a quienes lo necesitan”, subraya.

Mientras, el Coordinador de Donación de órganos y tejidos en el Hospital General del ISSSTE en Querétaro, Juan Arreola Luna, resalta que hacen este homenaje en agradecimiento ante la generosidad del acto de amor humanitario y sin fines de lucro de los familiares que donaron.

“Agradecemos a las familias de los donantes por hacer que sus seres queridos trasciendan después de la muerte al donar sus órganos y confiamos en que cada día muchas familias tomen conciencia del acto de donar órganos y tejidos para salvar vidas.

“A los donantes fallecidos sólo les puedo decir mil gracias, porque cuando se fueron donaron sus órganos y tejidos a sus semejantes enfermos, pues al partir se convirtieron en ángeles, y los ángeles sólo necesitan alas para llegar al cielo”, dijo.

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