Dos décadas después de que el presidente Lázaro Cárdenas llevara a cabo en 1938 uno de los actos más trascendentales y conocidos de su gestión, la expropiación petroleraRoberto Gavaldón filmó una historia que no tuvo reparos en mostrar la explotación y el abuso de las compañías petroleras a los pequeños propietarios. La Rosa Blanca (1961), protagonizada por Ignacio López Tarso y basada en la novela homónima de Bruno Traven, es considerada hasta ahora una de las cintas más representativas de ese acontecimiento que este 18 de marzo cumple 80 años.

El filme narra la historia de Jacinto Yáñez, dueño de la hacienda Rosa Blanca, quien es hostigado por compañías petroleras estadounidenses que buscan adueñarse de una fuente de petróleo hallada en sus terrenos, hecho en el que algunos políticos estaban implicados. La trama alcanza su cenit cuando el crimen se convierte en el medio para conseguir la propiedad. Descrita por algunos como “nacionalista”, censurada en su momento por el gobierno de Adolfo López Mateos porque retrataba la corrupción de políticos que favorecían a las empresas extranjeras, la película se estrenó hasta 1972, a 11 años de su realización. Desde entonces, esta cinta, que contó con fotografía de Gabriel Figueroa y logró el Ariel a Mejor Actor, se convirtió en referencia en el tema del petróleo y la expropiación de 1938.

“Está basada en una novela de Bruno Traven de mucho prestigio y es la más representativa e interesante de la expropiación petrolera porque nos sitúa en la visión del hombre común”, opina José Felipe Coria, crítico de cine y profesor en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM.

Esta cinta protagoniza ahora un ciclo de cine que la Filmoteca de la UNAM y Petróleos Mexicanos organizan con motivo del aniversario de la expropiación petrolera. “El cine y el Petróleo en México. 80 años de la Expropiación Petrolera” incluirá seis películas, y estará  del 20 al 25 de marzo en el cinematógrafo del Chopo.

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Dentro de este ciclo, La Rosa Blanca cobra un papel importante porque,  asegura en entrevista el crítico de cine Rafael Aviña, es la única que presenta escenas reales de ese evento histórico. Menciona  que incluye la filmación de la llegada de la gente a la entrada del Palacio de Bellas Artes a dejar sus pertenencias para contribuir al pago de la indemnización a las empresas extranjeras. “La gente llevaba gallinas, cuadros, joyas, centavos, etcétera, para donarlo”, detalla.

Pero más allá de esta película, el petróleo y la expropiación ha sido un tema que ha estado presente en el cine nacional desde 1938, como escenario o pretexto para desarrollar las tramas. Prueba de ello es la selección de títulos que reúne este ciclo, que  incluye drama, humor y documentales.

Títulos representativos. Esperanza (de Sergio Olhovich, 1988), por ejemplo, constituye el primer filme acerca de la temática del petróleo desde la perspectiva de un personaje extranjero. Otras cintas son Incendio del pozo petrolero de Dos Bocas, Veracruz, filmado por Gustavo Silva o la Película sobre el petróleo, de 1920, producida por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

Para este ciclo, los organizadores buscaron títulos representativos que dieran cuenta de la expropiación petrolera para entender el contexto y traerlo a la actualidad, explica Rosa María Batel, curadora del ciclo y responsable del Área Coordinadora de Archivos y del Archivo Histórico en Pemex. “Buscamos que las cintas seleccionadas tocaran el tema y dieran testimonio de la vida luego del descubrimiento del petróleo”, dice.

Señala que al realizar la investigación y selección  se priorizó a aquellas en las que la industria petrolera incide en los personajes o las que reflejan una realidad que incluso se puede constatar en los archivos que resguardan en su acervo histórico.

Un ejemplo de esto es Los millones de Chaflán(dirigida por Rolando Aguilar, 1938) en la que una familia se muda a la ciudad luego de conseguir dinero por vender su terreno a empresarios estadounidenses que ahí buscan explotar el petróleo. La trama da cuenta de una realidad que se puede ver en documentos como cartas de petroleros que ofrecen arrendar los terrenos, fotos de dueños de las empresas y de los propietarios, escrituras de arrendamiento, fotos de campamentos petroleros y folletos de compañías que explotaban el petróleo. “Tenemos los documentos que soportan algunas historias de estas películas en el Archivo histórico de Pemex”, destaca la curadora.

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A excepción del documental 1938: el año del petróleo (producción de Canal Once, 2013), los filmes que conforman el ciclo fueron elegidos para entender los efectos de la expropiación en la idiosincrasia mexicana. Por tanto, el tratamiento del petróleo en el cine se puede resumir, principalmente, a una manera de representarlo como el oro negro que trae consecuencias en la sociedad mexicana.

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“Con Gran Casino (Luis Buñuel, México, 1938), uno de los temas es cómo las grandes compañías van a tener pugnas con las pequeñas. La defensa de sus intereses y cómo manejan sus relaciones para apoderarse de la industria, y cómo era la vida en los campos petroleros y sus relaciones”, dice.

Otra de las películas que se refiere al tema y que destaca por su producción es El niño y la niebla(dirigida por Roberto Gavaldón en 1953), en la que “tenemos el marco del petróleo, pero es un drama íntimo entre una madre y un hijo que da cuenta de la vida en los campos petroleros”, explica la curadora. Rafael Aviña presentará esta cinta dentro del ciclo.

Acerca de esta película, Aviña, también investigador en la Filmoteca, resalta su fotografía, realizada por Gabriel Figueroa. “Es impresionante por su ambiente, aunque el tema habla de un niño con un cierto problema de sonambulismo y una cuestión de locura de parte de la madre (Dolores del Río), lo que destaca es la foto justamente por estas imágenes de los campo petroleros ardiendo en la noche y los lugares donde están los trabajadores. Por ello es que la película tuvo mucha repercusión a nivel estético”.

Para  José Felipe Coria, esta película, con guión de José Revueltas, es una muestra de que, en realidad, el tema del petróleo y la expropiación llegó a ser más un pretexto, un tema como escenario en el cine, mas no un tema constante que definiera un movimiento dentro de la producción cinematográfica, como sí lo fue, por ejemplo, la Revolución Mexicana.

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De acuerdo con el académico, en contraste con el movimiento revolucionario, del que existe un largo acervo fílmico, la expropiación petrolera es un suceso histórico que se ha tratado pocas veces a pesar de su importancia  y que, en su opinión, se recuerda sólo  como un día anecdótico.

Un recurso en las historias. No obstante, además de La Rosa Blanca y las mencionadas en el ciclo, hay otras cintas que utilizan el petróleo como un recurso en sus historias.

Fuego en el mar (de Raúl Araiza, 1981) es una muestra de cómo las plataformas petroleras constituyeron, al paso de los años, un recurso atractivo visualmente. “En esta cinta, el escenario son los pozos petroleros. Al momento de filmar la película, Raúl Araiza presencia el incendio de un pozo. Entonces las partes del incendio fueron capturadas para darle mayor color y de ahí el título de la cinta, porque originalmente no tenía ese nombre”, explica Rafael Aviña.

El crítico también comparte que hay otros filmes muy poco conocidos que abordan la temática. “Hay un corto del CUEC, de los principios de los 80,  que se llama Chapopote, de Carlos Mendoza y Carlos Cruz, que habla precisamente de los líderes petroleros, de la fuerza sindical de Pemex, de las transas alrededor del petróleo. Y existe otra que se llama Complot petróleo, que está inspirada en la novela de Carlos Fuentes La cabeza de la hidra, una película que se hizo originalmente para televisión y que dirigió Paul Leduc. Pero es una cinta que no se terminó y, de hecho, no se exhibió. Hablaba de estas transas del poder del petróleo en nuestro país”.

En cuanto a la perspectiva internacional, Coria destaca cintas como Gigante (de George Stevens, Estados Unidos, 1956) con James Dean, y Petróleos sangrientos (de Paul Thomas Anderson, Estados Unidos, 2007), con Daniel Day-Lewis; filmes que usan el tema del petróleo de una manera dramática, y  cómo su comercio o explotación, vinculado a la avaricia, puede llegar a transformar el comportamiento de los personajes.

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