Más Información
Es viernes de tianguis en Amazcala, municipio de El Marqués. La plaza principal luce llena de personas que van y vienen entre los puestos de comida, ropa, plásticos, artículos para el hogar y comida. Sin embargo, en esta comunidad, en la noche, diversos grupos de jóvenes que forman pandillas se reúnen para consumir drogas, aunque a decir de los vecinos no causan grandes problemas, en “Amazcalaca”, como da la bienvenida una señalética graffiteada.
El edil marquesino, Mario Calzada Mercado, identificó en días pasados a esta población como una de las localidades donde mayores conflictos se presentan y que registran “un alto grado de salvajismo”.
Bajo unos árboles, frente a la plaza, donde también se ubica el Centro de Desarrollo Comunitario de la localidad, sitio en el que se imparten talleres de danza folklórica, aerobics, tae kwon do, corte y confección, zumba y defensa personal, entre otros, tres hombres, adultos mayores, beben pulque en vasos desechables.
Uno de ellos, Rosario García, de 79 años de edad, dice que toda su vida ha vivido en Amazcala y a visto cómo ha cambiado la comunidad a lo largo de este tiempo, cuando era un lugar más tranquilo y se podía pasear con calma por el mismo.
“Ya no hay seguridad como antes, como hace 50 años. Qué bonito se paseaba uno. No había ni luz, pero era muy bonito. Ahora hay mucho vicioso y ya no hay seguridad para que salga uno a las 10, 11 de la noche. Donde quiera que salga uno hay viciosos. Muchos chavitos, se drogan”, apunta el hombre.
Indica que en las fiestas estos grupos de menores llegan a causar riñas y la gente de la comunidad se asusta.
Comenta que sí hay presencia de policías, principalmente en las entradas y salidas de la localidad, aunque antes tampoco había muchos elementos del orden en Amazcala.
Agrega que, desde su punto de vista, la vigilancia es lo único que hace falta en la comunidad, pues en la noche es cuando lo jóvenes, en pandillas, suelen alterar la paz del lugar y salen de todos lados.
Precisa que muchas veces son niños de ocho, nueve años que ya “se las truenan. A algunos ya los dejaron [hacer lo que quieren], ya sea porque sus padres o madres ya no les digan nada, dejan la escuela. Está triste la vida y día con día hay más, son como una plaga”.
Sin embargo, Rosario García precisa que no cometen asaltos, al menos en el centro de Amazcala, pero andan de “viciosos”, situación que se suma a la falta de interés de las autoridades por resolver la venta de drogas, pues dice que la mejor manera es preguntar a los menores en dónde compran las sustancias. “Los corretean [los policías] se los llevan a ver si entienden, pero no, no entienden”, abunda.
Sentados en una banca de la plaza de Amazcala un grupo de cuatro jóvenes, todos menores, de entre 14 y 16 años de edad, contemplan el trajín del tianguis local. Visten al estilo skate. Observan a los transeúntes, mientras hacen bromas y comentarios entre ellos.
Luis estudia primer año de bachilleres, dice que se dedican a patinar en la cancha de basquetbol, pero no cuentan con el espacio adecuado para practicar esta actividad.
David, Enrique y Brayan acompañan a Luis, todos skatos, señalan que les hace falta, además de su pista para patinar, una cancha de futbol, ya que en las canchas de basquetbol los corren cuando juegan soccer.
Incluso, David dice que de la cancha de usos múltiples también los corre el vigilante. “Le damos una mentadillas antes de irnos”, afirma. “Le decimos que se lo pique”, agrega Luis, lo que genera la risa de sus amigos. Comentan que luego de que los corren se dedican a buscar por las calles algún lugar donde poder patinar, sin que molesten o sean molestados.
Los jóvenes precisan que en la comunidad se pueden conseguir drogas, aunque Luis apunta que es como en cualquier otra comunidad o como en cualquier ciudad. Marihuana, solventes, “piedra”, dicen que se pueden conseguir en Amazcala.
David, quien aún tiene una faz infantil en el rostro, asegura que quiere ser diseñador gráfico, al igual que Brayan, por lo que esperan poder cumplir ese sueño algún día. Mientras llega ese momento, pasan los días en las calles, donde están hasta que les da hambre, están cansados o necesitan ir al baño.
Los cuatro menores de edad deciden caminar por el tianguis. No compran nada, sólo miran los productos diversos que se venden. Uno de ellos juega con un marcador negro sobre un poste, los demás ríen.
Todos continúan con sus actividades, los comerciantes ofrecen sus mercancías a las “clientas”. Los puestos de comida ofrecen barbacoa, montalayo, gorditas. En un puesto elaboran chicharrón, cuyo olor se dispersa por el lugar.
José Luis Hilario, campesino de la comunidad de Amazcala, señala que son muchos los jóvenes que se drogan y beben alcohol de manera irresponsable.
“Donde hay una bola [un grupo de jóvenes] seguro hay drogadicción, más en la noche, en la plaza central, pero no son pasados. Están sentados todos tarugos, pero ahí están, normales”, explica.
Apunta que la policía no hace acto de presencia de manera rápida cuando se le piden apoyo, ya que tardan en llegar.
A pesar de que en el centro de la comunidad no se registran robos, no es así en las orillas, “donde está más oscuro”, advierte.
“Se meten en las casas, y en las milpas se llevan el ganado. A mí ya me robaron tres veces. Me robaron dos borregas y unos cóconos [guajolotes] de la milpa. Sepa Dios qué harán con el dinero [de lo que venden robado] no sabemos ni quienes son”, asevera.
El hombre afirma que hay empleos en la región, pero los menores deciden dejar la escuela, pues desde temprana edad comienzan a inhalar solventes y “se acabó la iniciativa de seguir adelante. Para mí, el gobierno debería de juntarlos y decirles que estudien y a ver si se quitan de eso [de las adicciones]”.
Apunta que cuando las personas de la comunidad quieren tener alguna actividad acuden al Centro de Desarrollo Comunitario, a tomar alguno de los talleres que se imparten, aunque sólo está abierto por las tardes.
José Luis Hilario añade que en la localidad hace falta una unidad deportiva como tal, pues aunque en la cancha de basquetbol se organizan torneos con ayuda del municipio, se necesitan más espacios donde los jóvenes practiquen alguna disciplina deportiva.
Enfatiza que un problema que se presenta en el municipio desde al menos un mes es la falta de agua, para lo cual Mario Calzada Mercado, como candidato a la alcaldía de El Marqués, les prometió perforar otro pozo.
“Él nos prometió en la campaña que nos iba a apoyar en eso”, resalta, ya que se necesita más agua para los cultivos.
Agrega que también se necesita un puente rumbo a San Miguel Amazcala, para transportar sus cosechas hacia el norte del país.
“No que nos cae mal aquí son los partidos políticos, a la hora que nos dicen que votemos, y a la hora que están allá [en la presidencia municipal o gubernatura] se olvidan de nosotros, se acabó”, concluye José Luis Hilario.