A los 19 años de edad, Abel Blanco García, hoy con 30 años de servicio a la educación, tuvo su primera experiencia como profesor de primaria en la rural Benito Juárez. El inspector de la zona lo había mandado a la comunidad de Allende Peje Lagarto en Campeche, donde tenía que dar clases a un grupo con todos los grados de escolaridad, con niños que no sabían sumar o leer e incluso una niña sordomuda, quien al final del ciclo escolar logró aprender a escribir.

Para llegar a la comunidad donde tenía que dar clases, tuvo que pasar 24 horas viajando en tres autobuses diferentes. Por si eso fuera poco, los padres de familia lo recibieron con machetes, escopetas y exclamando enunciados en contra del gobierno de ese entonces en aquel estado.

“Dijeron ‘aquí no queremos maestros, fuera de aquí, largo de aquí’. Tenían un odio terrible contra el gobierno y yo estaba desesperado. Los niños no conocían ni la Bandera Nacional ni el himno. Fue un trabajo muy grande en todo el ciclo escolar. Los maestros estaban tres meses ahí y ya no volvían. Yo me quedé todo el año; se lograron muchas cosas”, comenta.

Oriundo de Oaxaca y con formación académica en Campeche, se trasladó a Querétaro pocos años después de haber concluido sus estudios en la normal rural de aquel estado con un promedio de 9.7, para posteriormente, a los 23 años, cursar en la entidad queretana su posgrado como maestro de Historia, en el municipio de Ezequiel Montes, donde inició su trayecto hasta llegar a ser hoy jefe de enseñanza de la especialidad de Historia para secundarias generales.

“La mayor satisfacción que yo tengo como profesor es servir a mi país. Cuando nos prepararon en la rural normal, nuestros maestros nos infundían una vocación. Los alumnos a los que he enseñado dicen que he sido buen maestro. Uno hace lo necesario para contribuir porque se trata de transformar, educar y forjar una nueva nación, no se trata de un simple empleo, es visualizar un escenario social ante tanta miseria, hay que hacer reflexionar a los muchachos y que hagan bien las cosas, es una misión”, dijo.

Comentó que aun cuando se tienen grandes satisfacciones como profesor también se tienen muchas insatisfacciones o contras de la profesión, como el salario bajo, sobre todo cuando se comienza, y el cual no alcanza para mantener a la familia, lo que obliga a subemplearse para obtener más ingresos. También están —dijo— la imagen de algunos maestros y la falta de interés de los gobernantes para hacer una transformación del sistema educativo.

“El gobierno no estimula, por ejemplo, a los alumnos brillantes, no los apoyan para continuar sus estudios. Ése es uno de los males. Si hubiera una transformación profunda del sistema educativo no diciendo que el maestro es el culpable, éste sería el primero en participar en una democratización”, asegura el profesor.

Abel Blanco García asegura que hoy la educación pública está en un camino de transición, en donde el maestro debe estar capacitado. Sin embargo —dice— es difícil para un profesor dar enseñanza a muchos tipos de estudiantes de diversos sectores económicos y sociales.

“Las autoridades piden resultados, y es correcto, sin embargo, trabajar para dar resultados no es el camino correcto. Todo está separado, desintegrado como sistema, y lo que se requiere es una articulación, no política, sino pedagógica, económica, social y con visión de futuro y que ese camino de transición tenga objetivos claros y que todos las sigamos”, concluye.

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