La maquila al interior del Cereso femenil deja una remuneración económica de 250 pesos semanales en promedio a las mujeres que aceptan realizar alguna labor, tanto las internas que ya están sentenciadas como las que se encuentran en el área de proceso cuentan con trabajo.

En los diferentes talleres, tanto de peluches como de bisutería, todas las labores son artesanales y las convictas las realizan en serie para terminar los pedidos a tiempo.

La producción lleva un proceso y las mismas internas son las que proporcionan la capacitación a las nuevas que van llegando para que no tengan tiempo de pensar en lo que perdieron.

Con una población total de 121 mujeres al interior del centro penitenciario, 96% se encuentra realizando labores al interior del penal, tan sólo cinco mujeres son las que trabajan al interior del Cereso varonil, principalmente en el área de cocina.

En una visita realizada por EL UNIVERSAL Querétaro al interior del centro penitenciario, se pudo comprobar el cuidado y esmero que cada una de las mujeres pone en su trabajo, ellas laboran desde las siete de la mañana, van a comer a las dos de la tarde y, posteriormente, de las tres a las seis, continúan con su trabajo manual.

En el taller conocido como “La cueva del peluche”, las internas realizan diversos muñecos de felpa en cuestión de una hora y media en total. Siguiendo una línea de ensamblaje, es como logran obtener la producción lista para la entrega al cliente que contrató los servicios de los talleres de maquila.

La encargada del taller, Janette Izquierdo, explicó que los trabajos son de forma voluntaria y la capacitación corre por cuenta de las mismas internas, “nosotras hacemos todo, desde marcarlo, cortarlo, cocerlo, rellenarlo, hasta tenerlo listo y bonito para que ya esté en una tienda de exhibición; ahorita tenemos un pedido de estas pelotas, son para la empresa Metlife, son para detectar el cáncer de mama y tenemos que entregar 23 mil piezas, el cliente las quiere al menos la mitad para la próxima semana y nunca hemos quedado mal”.

Los peluches que se crean al interior de este taller son enviados a diferentes tiendas en el país; la producción total es para el consumo local y le da satisfacción a cada una de las mujeres que realizan estas manualidades, por lo que los clientes les siguen pidiendo encargos.

Al interior del taller conocido como “La granja” se realizan muñecos de peluche y también se elaboran productos con imágenes de santos, rosarios, pulseras y demás artículos religiosos, que en algunos casos se envían a las diferentes iglesias de las diócesis del país y también son exportadas a ciudad del Vaticano para ser bendecidas.

“Este trabajo nos ayuda a mantener la mente ocupada y pensar en lo que hicimos, en algunos casos algunas de las mujeres que están aquí prefieren mantenerse con las manos ocupadas para no ponerse a llorar extrañando a su familia, y al mismo tiempo el trabajo nos ayuda a reducir nuestra condena”, explicó la encargada de taller, María Luisa Maqueda, quien espera quedar en libertad el próximo año.

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