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Querétaro, tierra de historia y diversidad cultural, también es cuna de nombres que despiertan la curiosidad de propios y extraños. Desde topónimos de raíz indígena hasta homenajes internacionales, en el estado hay comunidades con denominaciones que invitan a descubrir el origen de su identidad. Aquí te presentamos algunas de las localidades más singulares del estado, junto con el contexto que les dio nombre.
Senegal de las Palomas: cuando África llegó al Bajío
Ubicada en San Juan del Río, esta comunidad solía llamarse “Las Palomas Viejas”. Durante el Porfiriato pasó a ser simplemente “Palomas” y, tras la Revolución, mantuvo ese nombre hasta que ocurrió un hecho extraordinario.
El 19 de mayo de 1975, el presidente de Senegal, Léopold Sédar Senghor, visitó la zona. En su honor, se modificó oficialmente el nombre del poblado a “Senegal de las Palomas”.
Esta inusual mezcla toponímica refleja un momento único de conexión internacional, inmortalizado en una placa y un arco conmemorativo en la entrada del ejido. El nombre, insólito para muchos, conserva una historia de dignidad y diplomacia.
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Charape de los Pelones: entre bebida tradicional y geografía árida
A unos 37 kilómetros de Santiago de Querétaro se encuentra Charape de los Pelones, una comunidad rural que debe su nombre a dos elementos muy particulares.
Charape proviene del purépecha "charapi", una bebida fermentada que mezcla pulque con piloncillo y otras sustancias. “Pelones”, por su parte, hace alusión a las montañas peladas de vegetación que rodean la zona. Esta combinación da lugar a un nombre que parece chusco pero guarda referencias precisas al entorno y las tradiciones del lugar.
El Nabo: un nombre sencillo que llama la atención
Ubicada al suroeste de la ciudad de Querétaro, esta localidad no sólo destaca por el cultivo de hortalizas, sino también por su llamativo nombre. Aunque no hay certeza de si el topónimo proviene directamente del tubérculo del mismo nombre, lo cierto es que “El Nabo” es una de las comunidades más mencionadas cuando se habla de lugares con nombres peculiares. Hoy, con más de 3 mil habitantes, es una de las zonas rurales más pobladas del municipio capitalino.
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La Meca: entre la Sierra Gorda y el eco de una ciudad sagrada
En el corazón de Pinal de Amoles se encuentra La Meca, una pequeña comunidad de apenas medio centenar de habitantes. Su nombre resuena poderosamente por su semejanza con La Meca islámica, la ciudad santa del Islam en Arabia Saudita, centro de peregrinación y espiritualidad mundial.
No hay evidencia de una conexión religiosa directa, pero el contraste entre la magnitud simbólica de la ciudad saudita y la modestia de esta comunidad queretana ofrece una curiosa paradoja. Aquí, en medio de la Sierra Gorda, “La Meca” es más bien un reflejo de las múltiples capas culturales que han dado forma a los nombres de nuestras comunidades.
El Plátano: una tierra fértil con sabor a olvido
Ubicada entre las montañas de San Joaquín, El Plátano recibió su nombre por la abundancia de huertas de esta fruta en tiempos pasados. Su clima tropical y su cercanía a manantiales permitieron el desarrollo agrícola, especialmente de plátano, naranja y caña de azúcar.
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Hoy, la comunidad enfrenta problemas de despoblamiento, pobreza y falta de servicios básicos. Con apenas 68 habitantes, muchos de ellos adultos mayores, El Plátano lucha por mantener su identidad y su existencia en medio del abandono. Aun así, conserva una cascada de 35 metros y un paisaje que merece ser conocido.
¿Y Querétaro? Un nombre con historia y debate
Para cerrar este recorrido, no podemos ignorar el propio nombre del estado. Según una de las interpretaciones más aceptadas, Querétaro proviene del purépecha K’erhiretarhu, que significa “lugar del pueblo grande” (K’eri = grande, ireta = pueblo, rhu = lugar). Otra versión sugiere que viene de K’erendarhu, “lugar de peñascos”.
Sin embargo, también hay quienes lo asocian al otomí Ndámaxei, gran juego de pelota, o al náhuatl Tlachco, igualmente relacionado con el juego de pelota mesoamericano. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, la palabra evolucionó fonéticamente: Kerétaro, Créttaro y finalmente Querétaro, como lo conocemos hoy.
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Más allá de las disputas lingüísticas, el nombre Querétaro ha sido considerado por expertos como uno de los más bellos del idioma español, y sigue evocando historia, resistencia y belleza natural.
Nombres que cuentan historias
Detrás de cada nombre curioso hay una historia, una leyenda o un acontecimiento que marcó el rumbo de una comunidad. En Querétaro, esos nombres nos invitan a mirar más allá de la anécdota para entender las raíces profundas, a veces olvidadas, que conforman la identidad del estado.
Desde los montes pelones de Charape hasta los pasajes diplomáticos de Senegal de las Palomas, cada localidad tiene una voz que vale la pena escuchar. ¿Conoces alguna otra localidad con un nombre peculiar? Cuéntanos de ella.