¿Qué es lo que más te gusta hacer en el CAAD? ¡El futbol!, grita eufórico Carlos, un chico de 19 años, mientras observa el pasto sintético y se ríe con sus compañeros de clase. Al igual que ellos, Carlos fue diagnosticado con trastorno del espectro autista en el Centro para la Atención del Autismo y Desórdenes del Desarrollo (CAAD), el cual abrió sus puertas en julio, hace 10 años.

Carlos forma parte de un grupo de chicos de entre los 15 y los 19 años diagnosticados con autismo. Al igual que la mayoría de su grupo, presenta problemas de habla y conductas atípicas que incluyen la evasión del contacto visual con los otros y la falta de estímulo ante diversas situaciones.

El autismo —como lo explica Teresa Reyes Flores, presidenta del CAAD,— es un trastorno genético que hasta ahora se desconoce su causa; por lo tanto, tampoco hay una cura. Aunque los síntomas se pueden manifestar desde los seis meses de edad, en algunos casos de autismo alto funcional pasan casi desapercibidos para sus padres.

“Las personas con autismo reaccionan de forma inusual a la interacción con los otros; pueden ser muy rígidos, muy llorones, tratan de evitar ser muy apapachados, lloran de forma inexplicable y generalmente no se interesan por los estímulos que les presentan. Cuando llegan a los dos años muchos de ellos presentan un retraso muy marcado en el desarrollo del habla”, explica Reyes, mientras recorre las instalaciones del centro.

Ubicado en el municipio de Corregidora, en el estado de Querétaro, el centro para la atención del autismo es el único instituto en la entidad especializado en el tratamiento del espectro autista. Su origen inicio hace 10 años, cuando Teresa, quien hoy dirige la fundación, regresó de Estados Unidos, donde laboró 16 años como terapeuta en la Universidad de California (UNCLA, por sus siglas en inglés).

“Realmente la historia de CAAD empieza con esta servidora. Tuve la fortuna de vivir muchos años en Estados Unidos, en una época en la que apenas empezaban a surgir a la luz investigaciones del análisis conductual del autismo y no había realmente terapeutas que hablaran español”, menciona, al relatar cómo es hasta 2007 cuando decide regresar a México y montar un consultorio particular especializado en la atención del autismo.

“La realidad fue que la mayoría de los pacientes no tenían dinero para pagar las terapias y en un principio les hacía descuentos o no les cobraba nada. Eso me llevó casi a la quiebra en dos años, y cuando estaba a punto de regresarme a Estados Unidos, llega una persona, el contador Enrique Gómez, con autismo alto funcional que me ofreció ayuda”, menciona la ahora directora del centro.

Ahora, 10 años después, el CAAD atiende a 41 pacientes, incluyendo personas de bajos recursos que viven en comunidades alejadas, como en Cadereyta de Montes, Pinal de Amoles y Jalpan de Serra.

Aunque se especializan en el espectro autista, han llegado a atender a pacientes con otras discapacidades, como síndrome de down, trastorno negativista desafiante, síndrome de Rex, esclerosis o trastorno obsesivo compulsivo. “Cuando empezamos arrancamos con puros casos con autismo, sin embargo, las metodologías que se basan en el análisis conductual realmente funcionan para pacientes con otra discapacidad”, añade.

El autismo, como lo explica Teresa, se identifica por presentar conductas “inusuales”: caminar de puntitas, mover los dedos de forma peculiar, falta de interacción social y contacto visual, además de presentar poco interés por la convivencia con los otros y una falta de empatía. En algunos casos del espectro autista se presentan problemas sensoriales que vuelven a los pacientes intolerantes ante ciertos estímulos, como ciertos ruidos o colores.

Actualmente el CAAD, además de trabajar como una fundación civil y dar terapias individuales y de grupo, ofrece capacitaciones en las escuelas para promover la sensibilización y el diagnóstico oportuno.

Como parte de sus servicios a personas de escasos recursos, trabajan con los DIF municipales para dar terapias a distancia en las comunidades alejadas de las zonas urbanas. “Lo que hacemos es tener una administración muy sana, en donde parte de lo que se paga por los precios regulares de terapia se aplica a personas de escasos recursos”, agrega.

Falta de concientización. La presidenta de fundación CAAD advierte que la situación en el estado en materia de salud mental está rezagado, ya que por parte de las administraciones gubernamentales existe una falta apoyo para la atención en este tipo de padecimientos; por parte de la sociedad civil, prevalece una cultura que privilegia “curas mágicas”, por encima de terapias científicas.

“Venimos de sociedades muy paternalistas; la gente está acostumbrada a que le resuelvan, no estamos acostumbrados a actuar y tomar responsabilidad y eso es lo que espera de un terapeuta (…), esa parte tiene que cambiar, tenemos que tomar conciencia que gran parte del problema de cualquier discapacidad es la falta de trabajo en la sociedad y la familia

“Realmente hay muy poca atención y a lo mejor en ciudades como Querétaro no lo notamos porque hay un poco más de instituciones, pero nosotros que tratamos a pacientes que vienen de zonas muy alejadas de las cabeceras municipales y nos damos cuenta que muchos de ellos a los 20, 21 años ni siquiera tienen un diagnóstico.... Creo que nos hace falta mucho apoyo en información, detección, tratamiento y seguimiento de estos casos”, concluye Teresa.

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