Su pieza maestra. La estampa por la cual será recordado por generaciones cuando se hable de los grandes momentos del boxeo mundial. El nocaut del capitalino Juan Manuel Márquez sobre el filipino Manny Pacquiao del 8 de diciembre pasado, en Las Vegas, ya es un referente del arte de fistiana.

Para el propio Márquez es un derechazo perfecto que lo convence de ya no volver a enfrentar al tagalo nunca más. Un recuerdo que quiere se quede intacto por la eternidad.

“Cuando ya me retire y tenga más años, quiero recordar y quedarme con ese sentimiento de que le gané al mejor libra por libra en ese momento y que, además, lo noqueamos”, sostiene El Dinamita, en entrevista desde el Romanza, su gimnasio de mil batallas.

Manny Pacquiao. Una piedrita que se había encarnado en el calzado de Juan Manuel. La figura que lo eclipsó por años al grado de quitarle la gloria de los encordados.

Por ello, ese triunfo en su cuarta batalla marcó el fin de una intensa guerra para Márquez.

“No sé si le di la puntilla a la carrera de Pacquiao con ese nocaut, lo importante es que le gané después de que en las tres peleas anteriores le habíamos ganado bien. La tercera, no se diga, en esa fuimos despojados del triunfo. Lo importante fue que toda esta rivalidad se finiquitó con un nocaut impresionante en el cuarto”, resalta el cuatro veces campeón en pesos distintos.

Cuando Dinamita rememora esa estampa, su mirada se vuelve a situar sobre el ring del MGM Grand. Pareciera que la sangre le surca el rostro de nueva cuenta con peligrosidad y su mano derecha se estrellara con furia sobre el rostro de Pacman.

Esa sensación de correr con los puños en alto para celebrar sobre las cuerdas, le incetivan a declinar cualquier intento de una nueva batalla contra Pacquiao. Y pese a las jugosas ofertas por volverlo a enfrentar, el capitalino se inclinó por batirse ante Timothy Bradley.

“Ya no tiene caso una quinta pelea, porque ya se demostró quién es quién. Todo mundo sabe lo que pasó en las anteriores, de que fuimos despojados de un triunfo y dice que él ha ganado dos peleas y un empate, pero eso es una gran mentira”, sentencia el boxeador de 39 años.

Márquez ahora se concentra en su pelea del 12 de octubre en el Thomas & Mack Center de Las Vegas. Su nuevo reto es doblegar a un invicto Bradley que ostenta un cetro, el welter de la Organización Mundial de Boxeo, que siente le debiera ya de pertenecer, pues fue el que se disputaba en la tercera afrenta contra Manny, en noviembre de 2011, que los jueces le privaron del triunfo, pese a lo evidente que fue su superioridad sobre el enlonado.

Ese es otro recuerdo de Márquez que le hace valorar más uno de los nocauts más impresionantes de los que se tenga memoria.

“Los jueces no vieron mi triunfo, pero en la cuarta ganamos de una manera impresionante... Me quiero quedar con ese sentimiento”.

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