MADRID.— Tras fracasar en el Mundial de Brasil 2014, la selección española aterrizó ayer en Madrid en silencio y por la puerta de atrás, una imagen muy distinta a los multitudinarios recibimientos de los últimos años. Peor aún, en pleno vuelo, un rayo alcanzó a la aeronave, aunque por fortuna, sólo quedó en susto para la delegación ibérica.

Los futbolistas de la todavía campeona del mundo descendieron del avión sin sonrisas. Ataviados con ropa deportiva negra con bandas y escudo en verde, se marcharon en varias furgonetas sin hablar ante los medios de comunicación ni saludar a los pocos aficionados que esperaban con algunas banderas.

“Hemos perdido y tenían que haber salido a dar la cara”, se quejó una mujer ante los medios tras casi dos horas de espera en el aeropuerto.

“Estamos intentando darles nuestro apoyo, porque pensábamos que venían un poco bajos de moral y no lo han querido. Esto deberían apuntarlo bien, porque ha estado muy feo”, lamentó una joven.

Como si las dos derrotas ante Holanda y Chile en el Mundial no hubieran sido suficientes, el equipo sufrió un último susto minutos antes de tomar tierra en Madrid.

Un rayo alcanzó una de las alas de la aeronave, provocando un estruendo que no causó ningún percance, mas sí nerviosismo entre los pasajeros. Un broche final a un Mundial acompañado por múltiples sobresaltos y lamentos.

Muy lejos quedaba aquella imagen de 2010 inolvidable para los hinchas españoles: la del guardameta Íker Casillas, descendiendo del avión en Madrid con la Copa del Mundo en alto tras conquistar el Mundial de Sudáfrica, con todo el orgullo por delante.

Al grito de “¡Campeones, campeones!”, aquel 12 de julio, el equipo de Vicente del Bosque fue recibido por cientos de aficionados entre una gran expectación mediática. Exultantes, los jugadores saludaron, bromearon, estrecharon manos y aplaudieron. La celebración duró varios días, en los que el país se tiñó de rojo en honor al color de la camiseta de la selección. Las Eurocopas de 2008 y 2012 también fueron festejadas ampliamente en las principales ciudades del país.

Ayer fue todo lo contrario. Con su regreso, los jugadores ponían fin a una pesasilla, la que arrancó con el 5-1 sufrido ante Holanda y que continuó con un definitivo 2-0 con Chile que supuso el fin al sueño de los españoles en Brasil. El avión que les trajo de vuelta desde Curitiba tampoco llevaba enseñas como la que hace cuatro años surcó el cielo de Madrid, con la leyenda: “Orgullosos de nuestra selección”.

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