Brayan López Laboriel tomó una decisión que le cambió la vida. Dejó su natal Honduras para emigrar a México. Sin papeles, con apenas unos pesos, se subió a ‘La Bestia’ porque “tengo el sueño de jugar en un equipo grande de México, como el América”.

El delantero de 21 años dice que tuvo a Dios de su lado, porque subirse al tren que se ha hecho famoso por transportar migrantes y es constantemente asediado por sicarios como los Zetas, a quienes si no se les pagas “te bajan y te matan”, fue arriesgado.

Actualmente tiene el apoyo de los jugadores de las Águilas, como Michael Arroyo. Vive en un departamento al sur de la Ciudad de México, donde pasa las noches, antes de acompañar a Arroyo al entrenamiento azulcrema en Coapa.

El catracho mantiene la iusión intacta de ser el capitán de la selección de Honduras y un día poder ayudar a su abuela, como confiesa en entrevista con EL UNIVERSAL.

Su semblante muestra optimismo, sensación de que todo el sacrificio valdrá la pena en el futuro.

“Vengo a trabajar por mis sueños, no quiero nada fácil, sino demostrar que puedo lograr cosas grandes y estoy dispuesto a todo para lograrlo”, dice el apodado ‘Tigre Pintado’.

—¿Cómo fue tu infancia?

“Fue algo difícil, porque nunca conocí a mi mamá. Crecí con mi abuela hasta los ocho años. Todo mundo se burlaba de mí en mi pueblo [Sangrelaya Colón], decían que me iba a quedar en lo mismo, pero siempre luché. Había harto vandalismo, robé, vendí drogas, algo que un niño de ocho años no debería hacer. Nunca estuve preso, nunca me metieron un balazo, sino que fue por mi familia. Viví en un pueblo sencillo, porque si alguien tiene un kilo de arroz, lo reparte. Estoy feliz porque estoy en México, por ‘Azul’ [uno de sus amigos], por Michael, me han echado la mano. No tengo cómo agradecerles su apoyo”.

—¿Cómo fue tu travesía para llegar a México?

“El día que salí, caminé de Honduras, agarré una combi que me llevó a Guatemala, de ahí, crucé la frontera, caminé 200 o 300 kilómetros para llegar a ‘La Bestia’. Me monté. No tenía nada. Te cobran 100 dólares, pero si no los tienes, te tiran del tren. Vi cómo mataban a la gente a machetazos, a balazos. Cuando no te toca, para qué te preocupas.

“Llegué hasta Puebla y luego al DF. Agarré para México. Cuando la gente te ve sucio, piensa que le vas a robar. Hubo una señora que me regaló 500 pesos y con eso llegué aquí y luego a Pachuca. Llegué al hotel de los Tuzos y estaba Walter Ayoví concetrado. Me dio para comprar ropa, todo. Luego llegó Michael del Atlante a jugar con Pachuca. Fue algo inesperado; me quedé con ‘Azul’ y de repente cambió todo. Hice pruebas con Atlante, Sinaloa y no salió. Michael me echó la mano. Agradezco a mi madre de que fortalece desde el cielo”.

—¿Qué fue lo peor que viste abordo de ‘La Bestia’?

“Como cinco días, se paró; mataron a la gente, pero me fui a meter a un monte. Andaba con dos amigos, había que estar preparado para todo, porque te juegas la muerte o la vida. Cuando tienes un sueño, lo sabes. Ha habido gente que llega a Estados Unidos por suerte, sus familias no saben si viven o no. Están los Zetas y todo eso es peligroso, pero a mí no me hicieron nada. Yo quiero seguir adelante en México.

“Cuando pedía un taco, hasta el agua me tiraban. Un pan no se le niega a nadie. Si viera a alguien pidiendo dinero, se lo doy. Quiero ayudar a los pobres de Honduras, hay mucha delincuencia. Si no tienes que comer, pues robas, y no quiero eso, sino que los niños progresen”.

—¿Cuál es ese sueño por el que llegaste a México?

“Siempre quise llegar a este país. Tuve un abuelo que fue famoso [Johnny Laboriel]. Quise venir, porque aquí hay oporunidades. La cosa es tener un sueño y buscarlo. No me conformo con estar aquí, quiero ser como Michael Arroyo, porque me ha dado consejos. Llegué inmaduro, me peleaba, ahora no peleo. Me gusta llegar a casa, no salir, estar apartado, escuchar música. Está peligroso afuera. Mi sueño es llegar a jugar en la Liga mexicana, ser capitán de la selección de Honduras. Otro sueño es ser actor, no me quedo con ganas de hacerlo, soy joven”.

—¿Has pedido oportunidades en equipos del futbol mexicano? ¿Qué te han dicho?

“Donde más me dolió fue en Dorados y Murciélagos, porque me dijeron que no querían agarrar a este negro porque no había dinero. No quiero dinero, sino para comer y un techo. Si debuto y hago goles, los equipos me van a querer. No quiero ganar 5 mil dólares al instante”.

—¿Enfrentaste racismo?

“No hay racismo. Quieren mucho al color de nosotros. No me sale la suerte a donde fui, iré a otro lado. Hay dirigentes buenos y malos. Si no tienes dinero, para algunos, no juegas. A mí no me pidieron dinero. Les dije que no podía dar nada, porque vengo de migrante”.

—¿Has pensando en regularizar tu situación migratoria para poder trabajar en México?

“Estoy esperando sacar visa, mis papeles, traer a mi abuela, quien quiere conocer otro país, otros aires, no quiere ver tanta delincuencia. Hay que trabajar para llegar. A veces me pongo triste, porque no tengo con quien pasar un 31 de diciembre. Pero cuando no tienes a nadie, te motiva. Quiero trabajar para estar mejor”.

—¿Tienes apertura por parte de las autoridades para poder obtener tus papeles?

“Claro, me han apoyado en eso. Con la policía no he tenido problemas, porque no ando delinquiendo. Quiero salir adelante. No trabajo, pero quiero dar el corazón. Me parto el pecho cada vez que juego en el equipo [Argelia]. No todo es dinero”.

—¿Cómo te han tratado los jugadores del América?

“Es algo bonito. Nunca pensé llegar a un club grande y que te reciban los jugadores. Es la gente más humilde. Dicen que es el equipo más odioso de México, pero es porque ellos son los mejores. Los jugadores son buenos, ellos siempre bromean conmigo, siempre estamos risa y risa. Ser alegres, buenos amigos”.

—¿Te imaginas como delantero del América en el futuro?

“Lo que quiero es llegar a un equipo grande, ser referente, hacer rachas goleadoras. Ser como los jugadores en México: me gusta el ‘Cepillo’ [Oribe Peralta], Jürgen [Damm], Michael [Arroyo]. Ellos siempre me dicen las cosas buenas y malas. Michael ha sido mi fuerza, él es todo para mí, mi padre y mi hermano. Estoy agradecido con ellos. Son quienes me encienden mi sueño”.

—¿Ha valido la pena todo lo que has vivido por mantener tu sueño de jugar en México

“Vender droga no fue bueno, porque corrompí vidas, pero lo hice para que mi familia comiera. Estoy aquí por Dios. Tengo hambre de llegar a donde quiero. Mi sueño es empezar en un equipo chico y luego llegar al América o a un Tigres”.

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