Matías Almeyda le ha entregado más gloria al Guadalajara que Miguel Herrera al americanismo.

Desde que llegó al Rebaño  [Apertura 2015], el estratega ha puesto en las vitrinas rojiblancas cuatro trofeos: uno de Liga, dos de Copa y otro de Supercopa.

En Coapa, el Piojo sólo ha dejado uno: el Clausura 2013.

El actual pastor ha cumplido, pese al momento actual de depresión que vive el campeón de la Liga MX. Eludió los problemas porcetuales del Rebaño y ha obtenido títulos, después de una sequía que databa de 2006.

Herrera vivió una situación similar en el América. Llegó en 2012 a una escuadra amarilla que navegaba en la mediocridad. La resucitó y regresó al protagonismo. El público americanista volvió a creer en su equipo.

Piojo encontró la forma de llevarlo al campeonato ante Cruz Azul en su tercer torneo en El Nido y estuvo a punto de lograr el bicampenato, mismo que le frustró el León. Esos logros le valieron   ir a la Selección Nacional.

La huella de Herrera fue tan profunda para la afición y directiva azulcrema que lo buscaron para vivir una segunda etapa en el banquillo del conjunto más polémico de la Liga MX. “Vengo con el ánimo de ser campeón, no sólo un título, sino muchos. Haber salido fue por el apoyo de un proyecto [el Tri], finalizó Herrera.

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