SAN JOSÉ.— Aquí, en Costa Rica, los revendedores no se esconden. Gustosos, ofertan las entradas para el partido de hoy a las afueras del estadio Nacional. Sin inconvenientes conceden entrevistas, boletos en mano y convencidos aclaran: “Ya no hay en taquilla; los pocos que quedan, los tenemos nosotros”.

Uno de ellos presume tickets con valor de 15 mil colones (unos 30 dólares) y reclama 80 billetes verdes por ellos, convencido de que, mientras más se acerque la hora, su costo podrá incrementarse. “Los precios oscilan entre 100 y 80 dólares, pero ya quedan muy pocos”, comparte el entrevistado, mientras muestra un mapa de ubicación. “Ese lote que devolvieron los mexicanos se vendió rápido, se agotaron, así que ya no hay”, presume, mientras muestra el fajo que le queda por vender.

Así como él, se distingue otros dos o tres competidores, quienes se organizan para ofrecerlos a los transeúntes, y a los mismos periodistas que se les acercan para entrevistarlos. “¿Ustedes no requieren algunos?”, promueve otro revendedor.

Las mujeres, hermosas, con shorts o faldas cortas, se convierten en el deleite de los numerosos reporteros. No falta el vendedor de souvenirs, quien feliz se pone un gran sombrero rojo, con la prenda de La Roja y una trompeta naranja.

En su conferencia de prensa, el estratega Jorge Luis Pinto, un hombre serio, pero directo, sin pelos en la lengua, recala contra la prensa mexicana, molesto ante los cuestionamientos que especulan sobre una selección tica poco seria frente a Honduras. “En México hay unos dos o tres periodistas que están disfrazados de payasos”, expresa, bastante ofendido.

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